Mittwoch, 15. Mai 2013

Siento la tardanza, vendrán nuevos posts, aquí va uno del programa de Redes de Punset sobre "la mediana edad".
Interesante y positivo enfoque de los anos 40 a 60.


http://www.rtve.es/television/20130130/entre-juventud-senectud/605868.shtml

Donnerstag, 24. Januar 2013

Winterblues

 
Ayer leí una palabra en alemán que me pareció bonita y muy ejemplificadora: “Winterblues”. Al principio no sabía cómo identificarla, si como “invierno + azul” o como “el blues del invierno”. Y al final decidí quedarme con “el blues del invierno”, porque, por estos lares, el invierno, de azul tiene poco, y de blanco más bien mucho...
Tal estado de Winterblues consiste en no tener ganas de salir, andar cogeladillo por la casa, tener falta de energía para las actividades cotidianas, ligero moqueo continuo y bajada del biorritmo general. Al leer el artículo me sentí identificada. Pero, pensándolo mejor, también pude asociarlo a algo más profundo que una sola situación físico – emocional – estacional: es debido a una falta de sueños, o a una necesidad de renovar los viejos.
Siempre he sido de las que se levantan de la cama con fuerza y con ganas. De alguna manera, el día me llama, me encanta terminar tareas y avanzar pasito a pasito en aquello que quiero o deseo. Creo que de niña, adolescente y veinteañera, sentía que era mucho lo que me quedaba por descubrir y las ansias de salir al mundo a jugar, ir al instituto o a la universidad eran mayores que los Winterblues que, por suerte, no me tocó vivir hasta que me cambié de país ;-).
Este es un fenómeno que observo a menudo, da igual la edad de las personas en cuestión. Es una cierta apatía, una aceptación – resignación de cómo son las cosas, de lo que tienen, mezclado con una falta de objetivos a corto, medio y largo plazo. Son personas a las que les preguntas: “¿Qué planes tienes para las vacaciones? ¿Qué te apetece hacer este fin de semana? ¿Qué quieres cenar hoy? ¿Qué pantalones te gustan más?”.Y no pueden encontrar una respuesta. Esto es algo que yo nunca he podido entender: ¿Cómo no va a saber alguien qué té prefiere o qué quiere hacer? ¿Cómo es posible no tener ninguna idea de nada?. Ante una respuesta así se producían en mí todo tipo de sentimientos encontrados: incomprensión, tristeza, rabia, desazón e incredulidad.
Imagínense la sorpresa cuando noto este invierno, que... por desgracia... ¡me está pasando lo mismo a mí!. Como no puedo quedarme sin respuesta a mis preguntas, enseguida me pongo en acción: ¿Qué me está pasando? ¿Por qué?
Entonces recordé las palabras del padre de mi padrastro (¿Abuelastro? No me gusta mucho...): “Yo para seguir con vida (murió a los 91) tengo que buscarme objetivos a corto plazo (ir a buscar moras al bosque esta tarde), a medio plazo (venir a verlos a Tenerife el próximo verano) y a largo plazo (terminar de escribir el libro que tengo en mente). Si no lo hiciera, no podría seguir con vida. Necesito buscar cosas que me den ilusión para el día a día”.
El Winterblues sólo puede sentirse si hay algo más grande detrás que le da cobijo. Así que me he puesto manos a la obra en la renovación de mis sueños: iré por la tardes dando un paseo a comprar avituallamiento a Aldi, volaré próximamente a Tenerife y voy a seguir con la tesis. Si al gran abuelo le sirvió, funcionará también conmigo, digo yo...

Sonntag, 18. November 2012

Premios Blogs 2012

Ya están aquí: los premios blogs 2012

Inscripción: hasta el 3 de diciembre.

Período de aceptación de los blogs: hasta el 13 de diciembre.

Votación de los mejores blogs por categorías: del 14 de diciembre al 28 de enero.

¡Anímate con el tuyo!

http://lablogoteca.20minutos.es/premios-20blogs/

Freitag, 9. November 2012

¿Qué pasa si un día descubres...?

 que muchas cosas a tu alrededor te dan igual?
que aquello por lo que llevas años luchando ya no te llena?
que muchas tradiciones sociales tienen poco que ver contigo?
que en las WG-Partys o fiestas en pisos compartidos llegas a olvidar en cuál estás?
que miras a tus alumnos y te preguntas: “qué hago yo en esta posición y ellos allá”?
que no quieres saber nada más de tu seguro de vida, del plan de pensiones, del seguro médico, de la factura perdida de gas y electricidad, de la declaración de la renta o de tus tres cuentas de correo?
que quieres cambiar de profesión, así, de repente y en mitad de tu vida?
que el país que hace más de 8 años elegiste como una aventura pasajera ya ha dejado de serlo y tienes ganas de levantar el vuelo de nuevo hasta la siguiente estación?
que ya has llevado suficientes abrigos durante muchos meses de muchos años y ahora quieres aprender lo contrario, a vivir a altas temperaturas y con calores bochornosos?
que llevas ya muchos años viviendo por y para ti y quieres tomar la responsabilidad de ser padre o madre?
que pagar el alquiler es dinero perdido?
que quieres despertarte más días en plena naturaleza y no en pleno centro de una gran ciudad?
que tienes ganas de decirle a tu compañero de trabajo de siempre que en realidad sientes una atracción brutal por él?
que te gustaría avanzar más en tu deporte preferido? O que te gustaría empezar con, digamos... waterpolo o esgrima, por probar?
que las conversaciones con determinadas personas siempre tratan sobre los mismos temas?
que te gustaría llevar medias de colores, teñirte el pelo o usar faldas más cortas de lo esperado para trabajar?
que echas de menos determinadas cosas del pasado, pero que tampoco volverías atrás?

En definitiva, que te has dado cuenta de que el mundo es muy grande, está lleno de personas interesantes y que el tiempo que tenemos para descubrirlas o disfrutarlas con salud es más corto de lo que creías. Lástima que sea mujer y tenga más de treinta. Pues además de mis propias dudas y de las de aquellos con los que hablo sobre mis inquietudes, la tendencia general a la conservación del estatus / situación presente es tan grande, que resulta muy difícil romper todos los lazos y salir hacia un mundo nuevo, aunque se trate tan sólo de cosas pequeñas. Aunque en realidad quizás son justo esos pequeños cambios los que suponen para el ser humano una evolución y un crecimiento, porque, seamos sinceros: ¿Son siempre esos cambios drásticos la solución?



Dienstag, 18. September 2012

Chica de 30 en apuros

Entro en la sala de profesores, corriendo, como siempre, saludo a todos como una exhalación, saco los papeles de la mochila, aún tengo que hacer fotocopias, Dios, “¿Por qué llegaré siempre tan apurada?”. Por fin delante de la máquina, encima es nueva, a ver quién la entiende, lo intento, empiezo a resoplar, aprieto el botón amarillo, se oye un pitido, lo intento con el azul, se oye otro...

-“Kann ich dir helfen?” (¿Te puedo ayudar en algo?) Así, como salido de la nada, aparece... digamos... llamémosle... Jens (en honor al post de noviembre de 2009 ;-) ): el profe nuevo, moderno, con pantalones desteñidos y curiosamente caídos, cool, sonriente, de brillo en los ojos y pelo cuidadosamente revuelto que he visto alguna vez por la sala de profesores.
 -“¡Mierda!”, me digo, “¿Cómo se movían las cuerdas vocales? ¿Cómo se hacía eso de sonreír? ¿Cómo puedo seguir y hacer como si nada? Pero, chica, ¡habla! ¡di algo! Que si sigue pasando el tiempo será peor... - “Hast du Probleme?” - “Nein, nein, es ist alles in Ordnung, (no, no, todo está bien)”, alcancé a decir. Y ya no me quedó otra que tragarme la rojez de las mejillas y hacer algo así como una mueca que era todo menos una sonrisa y no conseguía ser nada natural...

 En la bici de vuelta a casa pensaba en la situación: “¡Qué tonta! ¡Qué niña chica! ¡Pero si será tan freelance como tú, tendrá más o menos la misma edad que tú y encima es nuevo! Seguro que me notó nerviosa y vio que no sabía qué decir... Brrr... Con lo segura y autosuficiente que puedo parecer a veces, esta vez me cogió por sorpresa y no pude reaccionar”. 
 
Anécdota aparte, me quedé pensando en el hecho de que, ante una situación así –todos hemos vivido situaciones parecidas– da igual los años que tenga a mis espaldas y la de experiencias que haya tenido en ellos que, al final, en situaciones con determinados hombres, un poco más altos y un poco más mayores, me hago pequeñita, pequeñita y jovencita, jovencita y desearía poder desaparecer. “¿Por qué será?, ¿Qué tipo de hombres son?”.
Como hasta que no descubro las causas de las cosas no me quedo tranquila, seguí reflexionando. Y llegué a la siguiente conclusión: se trata de hombres jóvenes, de alrededor de 30, o más, que se sienten atractivos (y quizás lo son), que son un poco más altos (algo que no es difícil), que trabajan en algo relacionado con la economía o en el mundo de la empresa y que te miran a los ojos con una mirada entre pícara y divertida. Y apuntaría algo más: son hombres seguros de sí mismos que sienten que pueden conseguirlo todo. Es esa seguridad del otro la que nos hace sentir inseguros, a pesar de los años y de las veces que se haya repetido ya una situación así. En estas situaciones la información se intercambia en milésimas de segundo, se analiza, se evalúa, se observa y se mide al contrario de una forma sutil y subliminal que trabaja por debajo de la situación, casi de forma imperceptible.

La próxima vez estaré preparada. No quiero ser la niña chica. Yo también soy mayor de treinta, muy alta ;-), atractiva y hago cosas en el mundo de la empresa (jiji). Así que esperaré con mi pregunta “Hast du Probleme?” en la sala de profesores a que aparezca algún corderito cool de 30 para sacarle mi mejor sonrisa y apuntarme un tanto. A mi avanzada edad estas cosas... chica... por favor... ;-)

Sonntag, 2. September 2012

La soledad a los 30

Hace dos noches, ya en la cama y con los ojos cerrados, me vinieron a la mente las palabras de algunos amigos con los que había tenido contacto en los últimos días. Chicos de entre 30 y 38, trabajadores, de nacionalidades variadas, habitantes de la gran ciudad. “A veces echo en falta tener buenos amigos”, “Me gustaría tener a alguien con quien compartir algunos ratos”, “Tengo ganas de una familia”, “Toda mi gente se ha mudado, quedan pocos por aquí”, “Noto un cambio de fase vital”. Según Ulik, el protaganista esquimal del libro In Durcheinander der Liebe, obra de François Lerord, psiquiatra francés de éxito literario, –él pasa un tiempo en París y no para de descubrir diferencias entre su pueblo esquimal del norte y la sociedad parisina– en la sociedad europea de los kablunak (hombres blancos) la libertad es un bien preciado al que se adora en todas partes y que se respira en el ambiente. Para un esquimal que nunca está solo (conviven todos juntos en el iglú, van de caza en grupo y se ayudan continuamente para sobrevivir a las condiciones extremas de su hábitat), esto es algo incomprensible. Tantos millones de parisinos viviendo solos en habitaciones tan juntitas, ir codo con codo en el metro, compartir despacho con tantos otros kablunak, y admirar al mismo tiempo al Dios Libertad. Después de varios meses en París, Ulik no acaba de comprenderlos: “¿Cómo podrán ser felices solos?”, “¿Por qué hay tantas mujeres bonitas sin marido?” “¿Quién las protegerá”. Al mismo tiempo, en sus encuentros con los franceses descubre que no todos son tan felices con su diosa Libertad como parece. Es como si hubieran perdido la medida ideal de intercambio entre la diosa Libertad y la diosa Convivencia. “¿De dónde se habrán sacado tan descabellada idea?”. Creo que mis amigos son un poco víctimas y creadores de su realidad, las dos cosas a un tiempo. Ser joven hoy en día va muchas veces unido a la idea de que uno debe estar abierto a todo, no estar atado a nada y ser libre para aprovechar lo que venga en cualquier momento. Muchos chicos piensan aún a los 28-30 que es mejor esperar a ver si llega algo mejor, no sea que vaya uno a perderse prados más verdes. Entre los esquimales del pueblo de Uli, que se cuentan a centenares, las mujeres de tu edad disponibles son tan pocas, que uno no se queda esperando si se le presenta la oportunidad. Sin televisión ni revistas que lancen continuamente imágenes de lo que hay más allá, los esquimales viven tranquilos, ajenos a los principios de vida que rigen a los kablunak. Así que, aún con los ojos cerrados, pensé: “¿Por qué no crear un hogar para treintañeros? Si existen para ancianos, gatitos, perritos, clubs de cartas y todo tipo de centros de reuniones, ¿por qué no crear un lugar de encuentro por donde pasar para intercambiar inquietudes, ver pelis, dormir con alguien o desayunar en grupo? “Hogar para treintañeros kablunak”, o mejor “Siéntete en casa”...”. ESTÁS INVITADO.

Freitag, 3. August 2012

Aprovecha ahora

Fin de semana en Madrid. Finde de reencuentros y de lecciones comprimidas acerca del paso del tiempo y de la importancia de vivir la vida que nos ha tocado. Los españoles hablan, mucho, en todas partes y con todo el mundo. Y dan consejos gratis, eso también ;-). Anoche, en una tetería, dos parejas de moteros se sentaron muy cerquita, a nuestra izquierda. Enseguida subieron la voz, no sabía por qué. Luego oí el conocido tópico: “Es que aquí no pegamos”, “Somos unos carcas”, “Pues yo no me siento tan mayor”, “A mí son los hijos los que me dan años”... y todo eso que siempre se repite en estas situaciones. Ante el comentario: “Y vosotras, ¿cuántos nos echáis?”, a mi prima y a mí no nos resultó difícil de averiguar que estaban por encima de los 30 y pico, y acertar quiénes eran los más jóvenes y quiénes estaban ya cerca de los 40. Después de la charla, el consejo gratis fue: “Disfruta ahora. Los 30 también están bien. En realidad, hay que vivir siempre cada momento”. (Nunca viene mal que nos recuerden algo tan básico, pero todavía es mejor si me dicen ahora, a mí, ;-) que disfrute los 20, que los 30 ya llegarán!) Esto encajaba en las situaciones que se dieron después: en 2 días he sabido de al menos 5 personas de mi familia –política– que, entre los 40 y pico y los 50 y pico se fueron con el cáncer. En unos años sin pasar por Madrid, me entero de que, así, de repente, habían caído como moscas, sin tener ninguna opción. Iba con esto en la cabeza, extrapolándolo a mi vida en Colonia, a mi momento vital, a las decisiones que he tomado y que estoy tomando continuamente, cuando, obligadas por la verja del metro que se nos cerraba ante nosotras, cogimos un taxi. Lavapiés, mucha movida a aquellas horas de un sábado por la noche, una mujer taxista, pitillo en mano cuando subimos al coche, con cara de buena mujer y más aspecto de una madre que de taxista nocturna de zonas “picantes” de Madrid. Me extrañó. Mi prima y yo charlábamos sin parar. Ella quería hablar. Así que empezó con la frase: “Los médicos me han dicho que me voy a morir, y yo sé que debería dejarlo, pero como sé que me voy a morir, pues más lo hago. Esta mañana me han dicho que me harán una biopsia de lengua, que tiene mala pinta. Tengo seis hijos. Estoy echa polvo, tenía que hablar con alguien”. Ahora, en el vuelo de vuelta, se me posan de vez en cuando unas manitas de un niño español sonriente que se ha hecho amigo del vecinito rubito de al lado. A derecha e izquierda está lleno de niños que encandilan al personal del avión. En dos días unos y otros me han hecho volver a percatarme de este “negocio” en el que estamos metidos: unos amiguitos con mucha experiencia pasan a otra fase y, al mismo tiempo, otros amiguitos llegan, con muchas posibilidades bajo el brazo, como en un ciclo perfecto, en un fluir permanente. El vecinito, chupa en boca y ojos rasgados sonrientes, me fascina: “¿Será él uno de esos amiguitos que se fue con el cáncer y que ahora viene como alemán a vivir otras cosas en el país de Merkel?” “¿Será que una vez le tocó ser mediterráneo y otra del Norte para saber lo que es cada cosa?” Me gusta el sentimiento. Lo retengo. Me da confianza en este ciclo perfecto. Nadie se va. Hay muchos que llegan...