Dienstag, 26. April 2011

"Yo a tu edad ya..."


Oigo a algunos padres de 60 y pico preocupados por sus hijos de más de 30: “No sé, no me gusta cómo llevan Jonathan y Lisa la relación, están siempre cada uno por un lado”, “Yo me enteré el otro día de que Sonia quería irse a vivir sola a Nueva Zelanda, a probar suerte”, “Manolo aún vive en casa, no hay manera de que nos deje por fin solos”, “¿A qué esperan para darme nietos?”, “Parece que Ana está con alguien, es extranjero y ¡artista!”, “La novia de Thomas dice que quiere volver a estudiar, a los 39 y en Viena, ¡y nuestro hijo vive a 800 km de allí!”, “Pedro ahorró, se compró una bici y se ha ido a recorrer el mundo 2 años él solo”, “María está embarazada, ¡pero a él aún no lo conocemos!”.
Están preocupados. Les parece que somos más incongruentes con nuestras cosas que una veleta, que nunca llegarán a tener nietos, que deberán pasar por el aro y hacerse una cuenta de Feisbuk de esas para seguirnos y ver las fotos. Cada vez más se dan cuenta de que no pueden predecir cómo seremos, que aún con más de 30 llegamos cada día con nuevas e inesperadas ideas que dan un vuelco a la línea vital que habíamos trazado hasta entonces.
“Las comparaciones son odiosas”, dice este grupo que gusta de dichos populares. Pues nada, ahí siguen algunos con la cantinela de “yo a tus años ya...”. Mis amigos me comentan que no saben qué hacer, cómo cumplir con sus propias expectativas y con las de sus familiares, cómo salir adelante en la vida y en el momento que les ha tocado. También ellos se comparan con lo que otros habían hecho ya a su edad, pero ven ahora que no llegan al nivel deseado.
Pero, ¡qué más da! Si tu hijo es feliz con lo que hace y lo que tiene, está sano, va aprendiendo y saliendo adelante, acepta su ritmo, que es el suyo y no el de sus antepasados. Porque en realidad... Tampoco sabemos cómo hubieran resuelto esos padres los entresijos de su vida si les tocara vivir hoy.

Donnerstag, 14. April 2011

El amor a los 30

Eva, en su piso del centro de Madrid y con su puesto en el Teatro Nacional es feliz. Está tranquila, se la ve por el Skype alguna tarde de domingo, dice disfrutar de sus ratos de paz y de la satisfacción de un trabajo bien hecho cuando por las noches se echa en el sofá.
Marta, sentada en la terraza de la heladería italiana, cuenta de locas historias con chicos conocidos a través de Internet, pero dice que en realidad no las necesita. A partir de ahora quiere centrarse en sus amigas, sus clases y los viajes. “¿Chicos monos? Sí, claro, veo bastantes yogurines por ahí, pero a nadie para mí”.
Berta ahorra para que regalarle algo especial a su ahijado y hacer sus viajes anuales de buceo. Allí siempre conoce a algún monitor interesante con el que tiene tórridas aventuras veraniegas, pero con los que a lo sumo consigue intercambiar un email antes de que pase al olvido. Vive en Hamburgo, en su pisito mono, blanco y cómodo que ha ido llenando con conchas de playas del mundo. Las amigas la miran, rubia, agradable, dulce, trabajadora, e intentan evitar la pregunta: “Y tú, ¿a qué esperas para buscar a alguien?”. Piensan, simplemente, que es un caso perdido.
Silvia, dicharachera, de escote refulgente y cinturita de Barbie, decidió hace un año volver a vivir con su madre. En Madrid los pisos están imposibles, y después de algunas relaciones con chicos en las que después de años aún no sabía si eran “algo más que amigos” y harta ya de esperar “al príncipe azul”, decidió dedicarse a su pasión: la meditación. Trabaja en bastantes horas en una empresa de turismo, ahorra algo para comprarse un día un pisito. Espera poder encontrar a un compañero con el que compartir su interés por un desarrollo interior.
Cuando Laura y su novio iban a conseguir encontrarse después de que se conocieran por casualidad cuando los dos hacían el Erasmus en una ciudad extraña para los dos, él sintió que necesitaba “tiempo para mí mismo”, y dejó la relación. Después de 6 años de Ryanair y ahorros para conseguir verse cada 2/3 meses, Laura se quedó en la ciudad donde se conocieron preguntándose en qué punto de la película se había perdido el guión. “¿Y ahora qué pinto yo aquí?”

Todas de entre 30 y 38. Mis mejores amigas. Un encanto de pibas. Monas, con trabajo, piso, y un pasado de amores que no cuajaron. ¿Se nos acabó el idealismo? ¿Nos hacemos más exigentes? ¿Las mujeres de hoy no toleran lo que a otras antes simplemente les tocaba aguantar? ¿Va todo más rápido? ¿Es la necesidad de “hacer carrera”?
Que alguien me lo explique. Yo ya no sé qué hacer con nuestros paliques. Quiero verlas con alguien, quiero verlas bien. En el amor también.


Donnerstag, 7. April 2011

Cómo somos


Verdes, luchadores, multilingües, sin objetivos, individualistas, chateadores, superficiales, apolíticos, parados, supercualificados, singles, solos, solteros, perdidos, productivos, sin pensión, libres, “algún día”, sin modelos, bajo presión, viajeros, Fcbk, Erasmus, en prácticas, contratos temporales, globales, formados, Internetadictos, deportistas, no practicantes, liberales, abiertos, contradictorios, pasotas, preocupados, mochileros, jóvenes, independientes, familiares, curiosos, indecisos, sin modelos, masteritis, curriculitis, buscadores, ex fumadores, incrédulos, flirteadores virtuales, cosmopolitas, veloces, Ipod, moda, “cool”, consumistas, fiesteros, sin edad, buscadores, gastadores, opciones, igualdades, amigos, pisos compartidos, H&M, creativos, variados, desperdigados.

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