Sonntag, 17. Juli 2011

Preguntas de chicos de más de 30


-“¡Hola! Soy Sergio, y ¿tú? ¿Eres la compañera de Isabel?”
-Sí, también soy profesora de español. ¿Qué haces por aquí? ¿En qué trabajas?
-Soy ingeniero, tengo 36, llevo desde hace 3 años en Alemania y quiero formar un hogar y una familia. ¿Y tú?
-Ups... eh... bueno... sí... sí... (¡glups!) yo también, sí, un día...

Así empezó la conversación entre mi amiga Manuela y Sergio en la fiesta del otro día. Ella me lo contó, entre sorprendida y contenta: el chico en cuestión lo preguntaba en serio, a pesar de su tono de ironía y su gran sonrisa. Sabe lo que quiere e intenta obtener toda la información que puede ya en el primer encuentro: “¿Para qué perder el tiempo?”.

Hace poco, en una cafetería, conversación espontánea con Jens, de 33 añitos. La 4ª pregunta fue si quiero hijos y la 5ª, que cuántos. Por muy espontánea y resuelta que parezca a veces, me dejó sin respuestas, y no pude por menos que echarme a reír: “¿Qué les pasa a estos chicos, que se les cae la baba con los niños ajenos? ¿Ahora les llama el calor del hogar?”

Esta ya es la 3ª vez que un chico me pregunta con ojos demandantes e ilusionados por mi deseo de formar una familia. La situación me sigue pareciendo curiosa, divertida y también bonita. Creo que en algún momento dado nos damos cuenta de que los estudios, los títulos, las acciones o los euros en la cuenta no lo son todo y nos arriesgamos incluso a tomar decisiones en el terreno familiar. ¡Ellos también! Pues vienen de una fase universitaria “cool” a los 20 y pico en la que se preocupan por probar cosas nuevas, ocupar un lugar en su profesión y asegurarse un cierto estatus social, para pasar a otras cosas a partir de los 30 y pico.

Al mismo tiempo siento a mis amigas con muchas cosas en la cabeza, muchos intereses y menos ganas de repetir esquemas de otras generaciones y por eso reaccionamos con un exceso de independencia a la hora de decidirnos por dar los siguientes pasos. Aquí me viene la imagen del equilibrio: si una parte tira hacia el lado de la acción y el trabajo exterior, la otra se vuelve más casera y familiar.

¿Te ha pasado a ti algo así?

Freitag, 1. Juli 2011

Juvenismo

 Domingo, primer día de verano en Colonia, fiesta gay en en mi barrio. Chicos rapaditos, arregladitos, morenos de rayos UVA. “¿Qué truco usan para tener esa piel, para parecer unos pibitos?”, pensé. Aunque en realidad, si me atrevía a mirarlos más de cerca, sí que podía ver algunas huellas de los años pasados.
Sábado, fiesta de cumpleaños casera, gente desconocida. De alguna forma, aunque a veces no se quiera preguntar de forma directa, se acaba hablando de la profesión, el origen y la edad. Acerté a la primera con Jose, de 36 y Vanessa, de 31, pero no con Nina, de 29. Pero, “¿por qué, en dónde lo noté?”
Charlando con Ruth en el columpio del jardín de su maravillosa casa nueva, sacamos el tema de la edad: “¿Cómo te sientes con 36?”, pregunté curiosa. “¿Algún cambio?”. “En realidad no, sólo que el tema de las canas me causa mucha pereza”, me contestó.
Aunque todo el mundo sueña con la naturalidad, es la "apariencia de la naturalidad”. Joana Bonet, directora de la revista Marie Claire y colaboradora del programa Hoy por hoy de la Cadena SER opina que se trata de una falsa naturalidad. "Se ha idealizado porque vivimos en pleno apogeo del juvenismo. Ese elogio hacia la juventud se ha convertido en un icono, cuando en los años sesenta y setenta se proyectaba la belleza como imagen de la madurez y equivalía a plenitud. Ahora se vive una presión social para parecer joven. Vivimos implantados en esa impostura que por otro lado se justifica por el alargamiento de la esperanza de vida".
Juvenistas los chicos del domingo de mi barrio, juvenista el ejecutivo que el fin de semana se calza los All Star y los vaqueros viejos, juvenista también la mujer que ahorra para hacerse “un arreglito”.
Qué presión psicológica y qué buena idea mercantil la que tuvo el genio que empezó con la moda de ser eternamente joven. Cuánto dinero y energía gastamos todos en el empeño por escapar de las inexorables garras del tiempo...