Montag, 13. Februar 2012

Necesidad de crear

 De 0 a 7: miras el mundo con los ojos abiertos de par en par, conoces el medio chupando, tocando, cayéndote y levantándote de nuevo.
De 7 a 14: creces, te desarrollas, adquieres conocimientos más teóricos sobre cómo funcionan las cosas, primeros contactos con los otros ¡y las otras!.
De 14 a 21: cambios corporales brutales, primeros ensayos en el mundo adulto y sexual marcados por un horario escolar y un ritmo académico bastante rígidos.
De 21 a 28: Experimentación en todos los ámbitos, flexibilidad, establecimiento del propio ritmo y las propias reglas, búsqueda de los límites de todas las cosas, primeras decisiones vitales que marcan el futuro laboral, emocional y personal de la madurez.
De 28 a 35: Producción. De niños, de un hogar, de una empresa, de una familia, de un clan, de una red, de un negocio, de montañas de dinero, de un nuevo concepto... Da igual. Ahora toca CREAR.
De 35 a 42: Se llega a una ligera meseta de productividad y se afianza lo conseguido, aunque aún puede haber grandes cambios, pero se basan más en la experiencia previa obtenida después de años de ensayo y error.
A partir de aquí no sé mucho más a ciencia cierta, habrá que esperar ;-).
Pero miremos qué pasa de los 28 a los 35: Se deja de perder el tiempo. De pronto, se aprieta solito un interruptor aquí dentro y saltamos como resortes. Ahora no hay exámenes o evaluaciones que valgan, nadie te lo dice desde fuera. Ahora eres tú el que decidió, quizás en la fase anterior, qué camino tomar y toca “Gas geben”, en alemán, o “acelerar”, en español, subir la montaña cual Induráin allá por los años '90: al golpito, pero sabiendo que cada pedalada te acerca a la meta.
Así veo a mi hermana, de una cita a otra de preparto, de preempuje o de prebebé; o al otro buscando casas en inmobiliarias por Internet, cada noche un ratito. A Rosa, creando hogar, esperando a que los niños crezcan cada día un poquito más. O a la otra, metida de lleno en su proyecto de investigación, o preparándose los exámenes estatales, o entrenando para la maratón. Decidido el rumbo, sólo queda apretar y mirar hacia adelante, casi sin pestañear.
Me encanta. Me gusta verlos así. Me emociona verlos motivados, con un objetivo, con un rumbo vital.