Sonntag, 20. Mai 2012

Ser single en tiempos de crisis

Ser single en tiempos de crisis da pena. Si de 1990 al 2005 la cifra de solos aumentó hasta llegar a ser el 22 % de la población española, en los últimos años se ha estancado y no ha aumentado. Los singles eran el sueño de las empresas por ser los consumidores que más gastaban per cápita, demandaban una gran oferta de actividades de ocio, alimentos en envases monofamiliares, pisos pequeños y en el centro de la ciudad. Con sueldos estables, sin cargas familiares ni pareja, debían tener abundancia de ofertas de viajes, bares y páginas de contactos en Internet. Hasta aquí, todo bien. “Si hoy en día nada es para siempre, ¿para qué me voy a complicar la vida? Sola estoy bien”, dice Noelia, una chica single mayor de 30, típico ejemplo freemale –libre de hombres-. O Pedro, de 39 y del norte de Europa, el artista autónomo que intenta sobrevivir con sus proyectos, que vive de noche –para poder hacer contactos–, viaja por trabajo y cambia cada 4 meses de compañero de piso. Después de muchas relaciones que le marcaron por dentro, pero que tuvieron un fin, acepta lentamente su status como “el tío perfecto” y no recuerda el momento en el que se despidió del todo del sueño de construir “la familia ideal”. El caso es que ahora, si casi la mitad de los jóvenes españoles entre 20 y 35 está en paro y la otra mitad sobrevive con sueldos de becarios y trabajos temporales, ser single ya no es cool. Si en tiempos de bonanza la gente podía echar mano del “divorcio exprés”, ahora muchos echan mano de grandes dosis de paciencia –o de amor, quién sabe ;-)– y permanecen juntos a pesar, o justamente por ello, de la coyuntura externa. Pues pagar el piso, comprar una lavadora, reparar la nevera, tener coche, pagar los impuestos, comprar tomates y tener que tirar la mitad... Muchos no llegan. Así que nos buscamos la vida y empezamos a experimentar con todo tipo de formas de vida o Lebensformen: compartir coche, intercambiar casa en verano para, al menos, cambiar de ciudad, compartir piso y alimentos básicos, intercambiar servicios. A algunos esta situación les pasa factura y entran en una especie de crisis existencial. Se plantean quiénes son, qué quieren, cómo quieren seguir adelante, de dónde sacar la energía y los medios para tener una vida más digna. ¿Es mejor llegar justo a fin de mes y ser dos que no tener a nadie al llegar a casa, más cuando ahora hay que ajustarse el cinturón a la hora de salir a tomar “unas cervecitas”?. ¿Tenemos opciones? Como siempre, toda crisis trae consigo un nuevo enfoque. Volver a casa de los padres, replantearse la relación y no abandonar a la primera, valorar lo que cuesta tener un buen sueldo, sopesar bien en qué invertimos el dinero, desarrollar otro sistema de valores en el que la felicidad no va unida a “cuanto uno pueda salir y mostrar”, sino con quién compartimos nuestro día a día. Porque en realidad, ¿de qué nos sirve vivir sin poder compartir?. La crisis nos hace tiernos.

Samstag, 12. Mai 2012

Diez escritores españoles treintañeros

Diez escritores treintañeros confirman ‘Que la vida iba en serio’ . Se han dado cuenta de que viven una época en la que todo cambia, en la que la libertad adquiere un nuevo significado, la soledad puede convertirse en algo deseado y las responsabilidades caen, y recaen, sobre uno mismo. Pero no han dejado de escribir. Álvaro Colomer, Blanca Riestra, Gabi Martínez, Eugenia Rico, Ricard Ruiz Garzón, Carmen Salas, David Barba, Magda Bandera, Josan Hatero y Luis Fernández Zaurín nos recuerdan, como decía Jaime Gil de Biedma, que ‘La vida iba en serio’ (Martínez Roca).
Qué: Diez autores que forman parte del nuevo panorama narrativo de este país han escrito otros tantos relatos con la intención de mostrar un surtido de historias que servirán a los veinteañeros que quieran anticipar cuanto se les avecina, a los treintañeros que quieran verse reflejados a través de las historias de sus coetáneos y a los cuarentones, o más, que deseen rememorar tiempos que nunca volverán. Quién: Según Carlos Ruiz Zafón, prologuista del libro, estos relatos son “tarjetas en algún caso de presentación y en su mayoría de confirmación de sólidos talentos de la nueva narrativa española”. El autor de ‘La sombra del viento’ además asegura esta obra no es una antología sino “una futurología de narrativas”, y que dentro de esta cosecha de escritores treintañeros encontramos aromas para todos los gustos, con colores y luces de muy distinto pelaje, pero sobre todo con vida, con literatura en las venas y fuego en la pluma”. Álvaro Colomer (Barcelona, 1973), escritor y periodista, ha publicado la novela corta ‘La calle de los suicidios’, ‘Se alquila una mujer. Historias de putas’ y fue finalista del Ateneo de Sevilla con ‘El regalo de Eva’. ‘La vida llena de viento’, según el propio escritor, no se trata de una historia sobre el complejo de Edipo’, sino de un relato sobre la sensación de soledad que invade a las personas, sobre todo solteras, a partir de cierto momento de sus vidas. Blanca Riestra (A Coruña, 1970) es doctora en Filología Hispánica y autora de dos novelas: ‘Anatol y dos más’ y ‘La Canción de las cerezas’, premio Ateneo Joven de Sevilla. En ‘La coleccionista’ encontramos esta peculiar declaración de amor: “Esta ciudad es como un monstruo sin cabeza. Odio Madrid ‘et’, al mismo tiempo, ‘amo’, como siempre amamos aquello que nos destruye”. Gabi Martínez (Barcelona, 1971) es autor de ‘Solo marroquí, ‘Diablo de Timanfaya’, ‘Anticreta’ y ‘Hora de Times Square’ y ha dirigido varias colecciones editoriales. ‘Nana de Mozambique’, explica Martínez, “trata sobre cómo afronta la hora de ser papá un treintañero de hoy, uno de Barcelona, por ejemplo, que es una de las ciudades con un índice de natalidad más bajo del mundo”. Eugenia Rico (Asturias, 1972) ha publicado las novelas ‘Los amantes tristes’, que ‘El Cultural’ destacó entre las mejores del año 2000, y ‘La muerte blanca’, premio Azorín. ‘La sala de espera’ intenta romper el prejuicio, revela Rico, de que cuando una mujer escribe se interpreta que escribe sobre sí misma. “La vida es una sala de espera, creemos que siempre hay más tiempo para esperar”, dice. Ricard Ruiz Garzón (Barcelona, 1973) es escritor, reportero y crítico literario y ultima el libro de relatos testimoniales ‘Contra los cuerdos’. ‘El juego eterno’ “reflexiona sobre los efectos del paso del tiempo en la forma de abordar las relaciones amorosas, en especial cuando éstas son poco convencionales”, apunta su autor. Carmen Salas tiene 31 años y ha publicado ‘Dime con quién trabajas y te diré con quién te acuestas’. “Para encontrar el amor hoy día hay que superar más obstáculos que en una prueba de pentatlón. Como en cualquier competición, hay féminas que prefieren los codazos, mientras otras no tienen más opción que la de cambiar las reglas del juego para salir triunfantes”, dice Salas acerca de ‘Adicciones’. David Barba (Barcelona, 1973) es periodista. ‘El brindis de los idiotas’ analiza, en el contexto de la Barcelona postolímpica, precisa Barba, “cómo ha influido la irrupción del sida en las relaciones sentimentales de la generación que ahora ronda la treintena”. Magda Bandera (Sant Boi de Llobregat, 1970) es periodista y ha publicado los libros de entrevistas ’39 veces la primera vez’ y ’33 tristes traumas’ y las novelas de viajes ‘El síndrome de mi Estocolmo’ y ‘Haciendo aguas’. ‘El amor exacto’ trata “sobre la autopsia de un amor ‘normal’, el de una pareja corriente, que, pese a llevar una década unida, sigue enamorada”, indica Bandera, que sostiene que “la generación del zapping, cuyas pasiones duran un máximo de tres años, según las revistas más comerciales, se planea constantemente si se habrá vuelto demasiada acomodaticia, apática o vulgar”. Josan Hatero (Barcelona, 1971) ha publicado ‘Biografía de la huida’, ‘El pájaro bajo la lengua’ y ‘Tu parte del trato’, premio de relatos Villa de Algete. El escritor ha intentado reflejar en ‘La camarera japonesa’ a esa generación de solteros que cada vez se va a vivir en pareja más tarde y tiene más relaciones, además del “cambio de expectativas ante la pareja, por que, a pesar de que la gran mayoría desea encontrar ‘algo así como una media naranja’, el surtido de frutas parece no estar aún maduro”. Luis Fernández Zaurín (Barcelona, 1964) compagina su labor periodística con su actividad literaria, que ha mostrado en ‘Y tú de qué trabajas’, ‘Camarón, biografía de un mito’ y ‘Guía inútil para dejar de fumar’. ‘Ella vibra sola’, señala su autor, “habla de la mujer y de las alternativas a la hora de tentar la búsqueda de una vida plena en soledad, algo que, visto lo visto, podría considerarse un privilegio casi exclusivo de un ‘sexo débil’ que, al parecer, no lo es tanto”.

Dienstag, 1. Mai 2012

Total libertad

Hace un par de meses que me tragó la lavadora del día a día, con tal fuerza, que sólo ahora he conseguido dar con el botón de parón del centrifugado. Ahí dentro ya no cabía más, no había espacio para más citas, Termine o cambios de última hora, pero daba igual: todos los colores y prendas acabamos tragados y yo casi llegué a olvidar esto del blog creativo acerca de temas de mi edad. Pero, por suerte y por casualidad, como suele pasar muchas veces, en una escapada fugaz por un barrio de Berlín me fijé en el título de un librito en una caja de un patio escondido, Das ganz normale Chaos der Liebe (El tan normal caos del amor),que por supuesto llamó mi atención y la ha captado con tal fuerza, que me acompaña allá donde esté, esperando a que eche una ojeada a sus teorías sociológicas sobre la sociedad moderna de la época postindustrial. Por eso quiero resumirles las 140 páginas que he leído en sólo dos palabras: total libertad. Eso es lo que caracteriza a la sociedad actual, esa es la causa primera de que empezara a escribir este blog y el tema entorno al que giran la mayoría de las conversaciones terapéuticas con amigas y amigos. Nos preguntamos y nos “equivocamos” y nos levantamos después de un intento tras otro por mantener una relación, justamente por ello, porque tenemos total libertad. Y ahí se encuentra la paradoja: donde antes las familias organizaban con quién debíamos establecer matrimonio, la Iglesia definía cómo debía ser la vida en pareja hasta que la muerte nos separara y la necesidad de una estructura económica familiar que sirviera de base ante posibles catástrofes marcaban el ritmo, todo esto ha dado lugar a modelos cada vez más laxos como el de hoy en día. Vivir juntos o separados, tener hijos, casarse con hijos o no, mantener relaciones sexuales o no, tener un contrato de matrimonio, compartir gastos, tener una cuenta común, participar en la familia del otro... Tenemos toda la libertad del mundo para escoger (ya no importan la casta, la clase social, la religión, la nacionalidad, la edad o incluso el sexo) y cada día tenemos la libertad de decidir cómo queremos vivir esa relación, libres de la influencia de la Iglesia, el Estado, la comunidad o nuestras familias. Libres en el anonimato de la gran ciudad, tenemos miles de opciones. Pero esta libertad tiene su contraparte: todo lo que antes estaba predeterminado y no debía ser debatido –la mayoría de las cosas antes ni siquiera entraban a debate, eran así y punto– debe ser ahora comentado en ese binomio de iguales recién creado que busca una base sobre la que asentarse. Supongamos que Jens y Laura se conocen en una fiesta en una ciudad europea cualquiera. Tienen entre 25 y 35, cada uno una cultura, una lengua, una serie de aprendizajes conscientes –e inconscientes– acerca de cómo vieron las relaciones de sus abuelos, de sus padres, de sus tíos o de sus vecinos y las comparan con las de sus amigos y compañeros de trabajo actuales y se preguntan: “Y yo, ¿cómo quiero una relación? Pero, lo primero de todo: ¿quiero en realidad una? ¿Es posible unir dos biografías independientes e individuales en el libre mercado económico y laboral de hoy en día, que exige reciclaje permanente, la mejor formación y una gran movilidad y no atiende a cuestiones tan poco medibles como el amor romántico o el deseo de formar una familia y establecer un nido o un Zuhause? ¿Quién de los dos va a dejar de progresar en el trabajo para cuidar a los niños, dedicarle más tiempo a los asuntos domésticos, vivir más lejos de la familia o aprender otra lengua en un nuevo país por el otro?” Mientras suena el hit del momento y Jens y Laura se observan en el bar, están actuando dos tipos de fuerzas contrarias: las de atracción, de interés real por el otro junto al deseo de ser aceptado y querido tal y como cada uno es, y todas aquellas fuerzas de duda respecto a las miles de decisiones que deberán tomar casi cada día de esta relación incipiente para que siga creciendo y sigan construyendo un “algo” de a dos. Hmmm... Veremos, tienen total libertad...