Mittwoch, 26. Januar 2011

El Tema


Últimamente, no pasa un día sin que oiga: “¿Y tú, para cuándo?”. Sé que me lo dicen con buena intención, a veces porque no tienen otra cosa que preguntar, un poco como hablar del tiempo en el ascensor o del fútbol en la pausa del café del lunes.
Otras veces te juntas con tus amigas y te das cuenta de que después de 3 horas hablando, poco sabes de ella y ella poco de ti, porque prácticamente sólo se habló “del tema”. A veces me entero de conciertos, de fiestas o de excursiones que quisiera hacer con algún amigo, pero el plan se ha vuelto complicado de realizar. Ahora sus prioridades han cambiado.
Tengo 31 y no conduzco un carrito, ni una bici con asiento infantil, ni estoy de baja de maternidad, ni tengo náuseas, ni uso ropa de premamá, ni voy a ver a los abuelos los fines de semana.
Nunca había pensado que esa sutil y casi imperceptible presión social / vital que una va sintiendo poco a poco fuera tan profunda. Cada semana, cada mes, cada año de esta treintena recién empezada, se hace más palpable. Aunque, en realidad, en mi vida todo es como siempre. Puedo hacer lo que me apetece sin necesidad de una reunión familiar, no tengo que ahorrar para la canguro, hago las cosas como las he hecho hasta ahora. Pero no puedo evitar sentir algo raro. Es ese sentimiento de “desfase vital” que ya sentí en cole por no usar un sujetador “de verdad”, por no hacer la comunión como los otros (por eso la acabé haciendo), por no tener pareja estable hasta después que los demás. Ellos ya “están en otra onda” de la que yo no tengo ni idea. Además, se trata de una esas cosas que pasan una vez en la vida en el momento en el tiene que ser y, cuando no las haces, pasó, se acabó, perdiste el tren.
Ante esta sutil situación cada una actúa de diferentes formas: pensando “¡Yo también quiero!”, calculando los días fértiles, aceptándolo y viviendo la vida loca, buscando desesperadamente al “padre perfecto” , haciendo de tía de los hijos de sus amigos o leyendo libros de maternidad. Claro que todo esto se lleva muy sigilosamente por dentro. Imagínense si no una conversación como esta: “¿Qué te pasa? ¿Tienes gripe?”, “No, sólo tengo algunos síntomas del “síndrome de treintañera-no-madre”. Nuevo estado psicológico de esos que se crean ahora tan a menudo, como el “síndrome afectivo estacional”, el “síndrome pre-menstrual” o el “síndrome postvacacional”.

Mittwoch, 12. Januar 2011

Trabajadores

 No es sólo por el hecho de que sea profe y ande con jóvenes que están formándose, sino que tengo la sensación real de que mis amigos de entre 28 y 40 están en una fase de productividad que antes no conocían. Agotados por las noches, con plazos de entrega, con firmas propias, con el primer hijo, la tesis, algún cargo... Cada vez que los veo tienen cosas nuevas que contar. Hasta ahora la mayoría estábamos formándonos, colocándonos, tratando de averiguar qué queríamos y ahora tocó la fase de la productividad. Dejarse ir por la mañana en la cama y no ir a la primera clase ya es historia, ahora toca madrugar, arreglarse y salir a la calle.
Pero no se trata de una productividad inútil o pesada: los veo contentos, cada uno con su tema, metidos en su proyecto, trabajando como hormiguitas pero con un objetivo claro. Tienen la energía y la convicción, y ahora están en un momento de expansión.
Quien no tiene un buen trabajo, lo busca desesperadamente; quien tiene una familia, está en la atareada fase de cambiar pañales sin tino; los que empezaron con la tesis o un máster, pasan horas frente al ordenador y los que compraron una casa se dedican al bricolaje de sol a sol.
¿Has notado este fenómeno entre tus amigos? ¿Te sientes tú mismo en una fase así?