Dienstag, 13. Juli 2010

El Kik o Kit de la cuestión

Fin del Mundial de fútbol: durante las últimas 4 semanas, millones de personas se preparaban casi a diario para alguna cita futbolística. Con banderas, camisetas, cervezas y los colores de su equipo, se armaban de emoción ante el espectáculo que sabían que vendría. Adrenalina, cortisol, testosterona... Un auténtico cóctel de hormonas que les hacían sentir durante al menos 90 min (más precalentamientos, prórrogas, ¡penalties! y festejos post partido) un sinfín de pequeños subidones emocionales.
O como el domingo ante la plaza de la Victoria de Las Palmas, donde en medio de la masa enfervorizada por la victoria de España, un seguidor con una butaca robada de algún bar, sacó su paquetito, se estiró su rayita y se metió una ración de su polvito blanco. Seguro que llevaba ya más de 8h de subidón hormonal en un partido que Holanda no puso fácil, pero el efecto, a lo largo de las horas, iba disminuyendo. Unos gramitos del polvo blanco y otra subida, otro chute para aguantar hasta el siguiente “Kik”.
Y así vive el ser humano: el drogata, el alcohólico, el futbolero, el corredor de la Bolsa, el triatleta, el paracaidista, el soldado, el motorista, el músico, el poeta, el amante del chocolate, el enamorado. Todos corriendo por ahí en busca del “Kik”, del “Qüiqui”, del “chute”, del subidón.
Parece ser que estamos preparados biológicamente para ir aprendiendo a base de una cierta sensación de bienestar corporal acerca de qué es lo que nos viene bien o mal. Además, en el cerebro las áreas implicadas en la sensación de placer y de adicción son casi las mismas. En cuanto experimentamos algo, se pone en marcha un mecanismo complejo y límbico en el que entran en juego todo tipo de sustancias, que a su vez activan la memoria corporal y que nos dicen: “Recuérdalo, esto te ha hecho tocar el cielo. Si lo quieres sentir de nuevo, hazlo otra vez”.
Y así actuamos: vamos por la vida probando cosas y grabándolas en un vacío límbico que se activa cuando olemos, como los perros de Pavlov, que la experiencia se puede repetir de nuevo. Este mecanismo tenía y tiene su utilidad para la especie: nos ayuda a evitar peligros y cosas que no funcionaron y a diferenciarlas de otras que sí.
El problema está en que a menudo no nos damos cuenta de que da igual la frecuencia con la que busquemos o encontremos ese “Kik”, porque siempre necesitaremos más. Pensemos que el “Kik” es igual a “felicidad” y veremos que tampoco se alcanza una vez y ya nos dura para siempre. En realidad creo que en los mecanismos que activamos continuamente para buscar el “Kik” está “Kit” de la cuestión. Somos seres de búsqueda y en búsqueda. No existe ni la tristeza eterna, ni el “Qüiqui” eterno, ni la rayita de coca que dure para siempre, ni el enamoramiento que nos mantenga durante 40 años en lo alto de la nube.
La buscadora.

1 Kommentar:

  1. hola!! acabo de descubrirte por el concurso este de los premios 20blogs y nada, que muchisima suerte!!!

    y bueno, ya que estoy te permito que te pases por el mio que participa en humor.. y si quieres también te permito que lo votes!! xDD

    un saludo!! :D
    sorcios.com

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