Dienstag, 21. Dezember 2010

2030


Recuerdo un papelito (de esos que escribía con mi “medio-hermana” entre los 9 y los 12 y que metíamos entre las rendijas del techo de la buhardilla para que se cumplieran nuestros deseos), en el que nos dio por intentar describir cómo imaginábamos que seríamos en el 2010. En aquella época debíamos estar terminando los '80, y el 2010 nos parecía en plan peli “Regreso al futuro” de M. J. Fox. Eso de escribir un 2 y varios 0 le daba cierto halo de misterio al asunto. Sólo me queda alguna idea vaga de aquello (el papelito, ni la más remota idea de dónde estará), y ahora que acaba el 2010 la comparto con ustedes, para que me ayuden en una comparación colectiva:
-Sería muy, muy, muy mayor con 30, ¡figúrense! ;-)
-Tendría el pelo negro, largo, fuerte y rizado, en plan bailaora de flamenco / Lolita.
-Tendría 3 hijos y un marido, haría tortilla de papas por las noches y veríamos el telediario todos juntos antes de la cena.
-Mi casa sería pequeña, un poco oscura y llena de cosas, como la de mis tías / abuelas en España.
-Sería profe y llevaría gafas de esas pequeñas y cuadraditas para ver la tele mientras cosía algo de los chicos.
-Tendría los pechos grandes y llevaría camisetas con algún dibujo brillante o lentejuelas.
-Usaría zapatos de tacón y quedaría con otras amigas de mi estilo y condición para tomar café y hablar alto.
-Andaría por la casa diciendo: “¡Ponte algo en los pies, que te enfrías!”, “Bébete el Cola Cao!”, “Siéntate a hacer los deberes”, “¡Qué carita de cansado!”
-Tendría una vida pacífica, tranquila, organizada, con una estructura.

¿?
Sin comentarios... Creo que antes de que acabe el año llamaré a mi medio-hermana para pedirle que hagamos lo mismo, esta vez hasta el 2030, que ese sí que tiene mucho de futurista. Espero que mis predicciones sean esta vez más certeras, porque lo que es aquel entonces... ;-)

Montag, 13. Dezember 2010

Amigos del tren


Después de esos miles de días que llevo por aquí he descubierto un paralelismo que me parece fantástico: las personas de un tren y los amigos. Cuando te metes en un tren de esos de largo recorrido en un fin de semana de puente, nunca sabes qué puede pasar. Quizás la persona que está enfrente ni te mira, o se baja antes de que te puedas dar cuenta, quizás compartas algunas conversaciones o les leas cuentos a sus hijos y la ayudes a bajar el carrito, o quizás intercambies número de teléfono e email y te acompañe hasta la última estación.
Lo mejor de esto es que nunca se sabe. A veces un amigo te presenta a otro en un aparcamiento, así, de la forma más normal y anodina, y después resulta que es la persona con la que llevas 7 años compartiendo techo. Otras, la chica con la que te sentaste el primer día de clase de la universidad, que ahora es la madrina de tu hijo. O de pronto un alumno se convierte en alguien como de la familia. Pero también amistades que tenían madera de durar para siempre sucumben tras el más pequeño problema. A veces, los hijos son independientes y uno les pierde completamente de vista, a veces son otros los que hacen de padres.
Como en el tren: cuando subes, no sabes quién se bajará de forma desapercibida, quién será un compañero inolvidable, quién te amargará la vida con los ronquidos o quién sólo te sonreirá desde el otro asiento.
Este pensamiento me acompaña a menudo, incluso cada día. Es como si cada persona pudiera traerme algo, una noticia que me cambiará, un problema que me hará aprender, un nuevo punto de vista. No sé exactamente qué tipo de pasajero será, -de los anodinos o de los de papel estelar- así que mantengo los ojos abiertos, curiosa, atenta, porque sé que en cuanto haya cumplido su función se bajará en su estación y yo no le quiero dejar pasar así, sin más.

Dienstag, 7. Dezember 2010

A lo James Dean


Morir joven es duro, para que el se va, y para todos los que se quedan. Esta semana un conocido chileno murió a los 34 años de una forma trágica, en un crimen pasional al que además no pertenecía. El panorama que ha dejado en la gran familia argentina de Colonia es desolador. Todos de su quinta, todos llegados en algún momento de los veintipico buscando algo mejor en Europa, acabaron juntándose para sentirse en casa, tomar mate juntos y llamarse boludo. Cuando volvía el martes en la bici del piso donde se habían reunido, pensaba en lo que cuesta construir algo y lo rápido que se destruye. Bastan dos tiros bien dirigidos para acabar con 34 años de sueños, trabajo, adaptación, amigos y amores.
Y descubrí un cierto hábito que adopté, más bien inconscientemente, en algún momento de la adolescencia: Vivir cada momento como si fuera el último, no vaya a ser que no haya más, "a lo James Dean”. Aspirando cada segundo, cada conversación, cada amanecer, cada taza de té, cada encuentro, cada clase, siendo consciente de que estoy ahí, de que es real, de que estoy viva. Luego llego a casa agotada -tengo que admitirlo- pero con la consciencia tranquila. El día no pasó por mí, sino yo por él. Viviendo peligrosaconscientemente.
Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora. John Lennon
Ahora: una palabra curiosa para expresar todo un mundo y toda una vida. Ernest Hemingway

Dienstag, 30. November 2010

Saramago: "Mañana es la única utopía"

Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo...
¡Qué importa eso!.
Tengo la edad que quiero y siento.
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.
Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la
convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!.
No quiero pensar en ello.
Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo
que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer
lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos
y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven, no lo lograrás.
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero
con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
Y otras en un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues
mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino
derramé al ver mis ilusiones rotas... valen mucho más que eso.
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!.
Lo que importa es la edad que siento.
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!.
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.
José Saramago Premio Nobel Literatura 1998

Montag, 22. November 2010

Treintañitis


Después de un año de escribir el blog, esta semana he descubierto por fin la enfermedad que me aqueja: “Treintañitis”. Menos mal que tengo a mis amigos y conocidos, que me la recuerdan cada día, que si no tendría que ir al médico a que me la operaran y me la extirparan de raíz.
Todo empezó en el vestuario: cansada y medio ojerosa comentaba el fin de semana con mi compi del entrenamiento de natación. “¡Pero chica! A tu edad, ya no estás para salir hasta las 4 de la mañana y tener que preparar clases el domingo”. Mis ojos se abrieron como platos, no seguros de lo que acababan de oír mis oídos sorprendidos. Todo mejoró al día siguiente, cuando en el coche camino del trabajo (comparto 1h de coche por trayecto) oí: “Yo ya no estoy para ir a conciertos”. La chica (¿abuela?) en cuestión tiene 32.
En clase de conversación debíamos comentar el dicho “Una copita de vez en cuando no hace daño”. Y mi alumna de 36 me comentó: “Antes bebía, pero ya no puedo beber nada”. A mí se me secó la garganta. “¿Estaría enferma? ¿Habría encontrado la piedra filosofal?”. En mi caso todo sucede al contrario: ahora me gusta más salir e ir a bailar y a conciertos, soy la primera que se alegra por los mercados de Navidad y el vino caliente (el hit del invierno alemán ;-) ), no me pierdo un cumpleaños y duermo menos que con 17 al tiempo que trabajo más. ¡Ay madre!
Para rematar, en la cancha de gimnasia deportiva una chica del grupo va y dice: “No, yo ya no puedo estudiar Educación Física, soy mayor”. Discretamente y con curiosidad, me atreví a preguntar por su edad: “26”. Ya, claro, la chica “es mayor”... Imagínense la cara que se le puso cuando le dije: “¡Ah, pobre! Yo tengo 31”.
Me ha entrado miedo. He decidido que tengo que tener en cuenta mi delicada situación y prepararme para morir cada día un poquito, así que empezaré por dejar de hacer lo que me gusta, a quejarme de cansancio eterno, de la juventud pasota de hoy en día, de los viejos tiempos, del dolor de riñones y de la imposibilidad de cargar peso en el supermercado. No vaya a ser que empiece a disfrutar de la vida, aún me queda una media de 50 años para ir muriendo en vida un poquito cada día.

Mittwoch, 17. November 2010

¿Por qué el blog?


Después de haber escuchado algunos comentarios que me sorprendieron acerca de por qué escribir un post a la semana sobre la vida a los 30 y pico desde hace ya 13 meses (¡el blog cumplió 1 año!) ahí van algunas razones:

- ¿Por qué no? Hay blogs sobre "cómo ser madre primeriza y no morir en el intento", sobre "los mejores goles del finde" y sobre "la vida nocturna del erizo común". La diferencia entre los otros y este es que por los 30 pasaremos TODOS antes o después, y eso de ser madre o los erizos, no tiene por qué ser lo tuyo.

- Para reivindicar una década perdida entre la pubertad alargada, la “super” vida del estudiante y los cuarenta que asustan.

- Para dar protagonismo a todos esos amigos que, como yo, se hacen preguntas y las comentan con otros en su situación, para que sus acertadas palabras no se olviden tras la última cerveza de la noche.

- Para los aún recelosos: “La treintena” es uno de los temas del examen oral del nivel C1 del DALF francés.

- Para cazar los trucos que voy leyendo / oyendo por ahí y que son pequeñas piedras angulares de esta aventura que es la vida.

- Para aprovechar y lanzar algunos comentarios irónicos sobre hombres y mujeres, disfrazándolos de estudios sociológicos de andar por casa (o el bar), pues ese tema está siempre vigente. ;-)

- Para que los que viven lejos y tienen ganas de saber de mí algo más de lo que aparece en el Feisbuk puedan seguirme “más por dentro”.

- Para crear diálogo, porque aunque parezca que esto se mueve poco, recibo siempre bastante feedback.

- Para leer tus propios posts de hace 1 año y pensar: “¡Oño, pues he cambiado!”

- Pero lo más importante: para aprender escribiendo. Pues al escribir sobre la vida en una hoja en blanco, aunque sea de Word, y más si uno se atreve a hacerlo público en la web, los pensamientos se centran, las frases se vuelven más literarias y descubro que estoy encantada de tener la edad que tengo.


Dienstag, 9. November 2010

La 1ª vez

 Estos días me asalta alguna que otra vez el pensamiento: “No te apures, no te preocupes, esto ya lo has pasado alguna vez”. En algún momento de decisión o en el que tengo que actuar rápido, o cuando me siento un poco fuera de lugar por algo, aparece esta voz que escanea a la velocidad de la luz todas las carpetas y subcarpetas de mi memoria hasta dar con el archivo y la imagen en la que aparece una situación similar a la que tengo delante. Y entonces aflojo la marcha, saco conclusiones rápidas y cojo aire, pues sé que por algo así ya he pasado en todos esos 11.365 días que llevo aquí.
Me acuerdo del primer beso, de los nervios, de no saber cómo se hacía, de tener sólo unas imaginaciones vagas sobre cómo podría ser. Recuerdo la primera clase que di, tan perfectamente, que podría pintarla con colores brillantes y llenar sus 90 minutos con explicaciones e inseguridad; el primer paseo por las calles de Colonia, el olor, mi bici holandesa pequeña. O la primera vez que hice una entrevista, en la que me sentía tan joven y menuda que no entendía cómo me iban a coger. Los nervios de mi primera carrera, después de muchos años; el primer viaje sola a Barcelona (¡Si hubiera sabido cuantísimos vendrían después!), el primer tinto de verano y la culpable sensación de flotar; todas esas veces en las que dije algo de lo que luego me arrepentí.
Hace 2 meses unos vecinos que van por los 60 me invitaron a tomar algo con ellos para celebrar su boda (aquí se acaban casando muchos por motivos fiscales). Al brindar, y entre risas, confesó la pareja que hace tiempo que peina canas que era “su tercera vez”. Al principio no me lo creí: ¡Cada uno ya había estado casado con otras 2 personas! Y lo contaban con tal ligereza, que me hicieron dudar. ¿Sería que con las repeticiones se pierde la emoción? ¿La intensidad? ¿La importancia? ¿Los nervios? ¿Los sentimientos?
Es verdad que la cantidad de adrenalina en sangre puede disminuir un poco con los años ante una situación que se escapa de nuestro control, pues en su lugar ponemos experiencia y autonocimiento. Eso sí, todo esto se consigue con una cierta dosis de entrenamiento y de autoobservación, porque aunque con menos mariposas en la barriga y un poco más reflexivos, es necesario haber pasado muchas veces por algo para poder integrarlo. Y nunca perder de vista que los años también nos dan un cierto don para el disimulo... ;-)

Mittwoch, 3. November 2010

La 2ª mitad


La 2ª mitad

Estoy leyendo un libro fascinante: “Die neuen Lebensphasen”, “Mapping your life across”, “Pasos” en español. Desde las primeras páginas, el autor desmonta muchos de los constructos en torno a los que hoy en día la gran mayoría articula su vida. Durante muchos años se dedicó a estudiar el censo de diferentes ciudades norteamericanas y de llevar a cabo miles de entrevistas con personas de distintos grupos generacionales para llegar a la conclusión de que todo ocurre hoy en día más tarde de lo que ocurría hace 60 años, tras la Segunda Guerra Mundial. Es decir, que se ha producido un aplazamiento en todos los “cambios de fase” de la vida de las personas. Por ejemplo:

- Mujeres de 40 que tienen su primer hijo.
- Hombres de 35 que aún viven con sus padres.
- Estudiantes que a los treinta y pico aún siguen formándose en la universidad.
- Personas de ochenta que participan en maratones (siempre hay algún veterano por ahí).
- El padre de Julio Iglesias tiene hijos con 90 años.
- Hace 30 años los hijos de 40 llevaban a sus padres de más de 60 a una residencia de ancianos, hoy los hijos de 60 acompañan a sus padres de 90.
- La esperanza de vida de un europeo medio ha aumentado de los 65 (en los años 50) a 81 y 84  años para hombres y mujeres respectivamente (en los 90).

Si tenemos en cuenta que un hombre de 40 vivirá al menos hasta los 80, tenemos que pensar, ¡que aún le queda la mitad de su vida por delante!. Por ello, cada día es más normal tener varios matrimonios, varios cambios de profesión (no de trabajo, sino cambios completos de actividad), iniciar nuevos estudios, tener hijos de diferentes relaciones y vivir en distintas partes el mundo a lo largo de la vida. El hombre de 40 se conoce más a sí mismo, ha tenido una serie de experiencias y puede prepararse con calma y motivación para la 2ª mitad de su vida. Hasta los 40 no era más que un jovenzuelo.
En realidad estos descubrimientos fueron un soplo de aire fresco. Me di cuenta de que muchos vivimos pensando (erróneamente) que a los 40 se acaba la vida, y por eso vamos por los 30 lamentándonos y arrastrándonos, temiendo a los 40 que están cada vez más cerca. Pero si observamos esto desde una perspectiva más amplia, desde el final o desde la perspectiva de la eternidad, uno se da cuenta de que nunca es tarde para empezar algo nuevo, para dedicarnos a nuestro sueño de toda la vida o para dejarlo todo y comenzar otra vez.
¡Aún nos queda la segunda mitad!

Sonntag, 24. Oktober 2010

Especial

Esta semana ha surgido en varias conversaciones el deseo subyacente de muchos de llegar a ser alguien “especial”, recordado por sus logros, “alcanzar algo en la vida”, ser realmente bueno en algo. Los que hablaban eran treintañeros que se habían topado con la realidad de una vida más bien “normal”. Y ante sus palabras me volvieron los pensamientos de los últimos años.
Nací la primera de mis hermanos, la primera de los nietos de mis abuelos paternos y de mi abuela materna. Mi apellido empieza con B, así que estaba destinada a ser la primera o segunda de la lista durante toda la escolaridad. Además, como era bastante empolloncilla, sacaba la mejor nota de la clase, o la segunda. En mi pueblo de 6.000 habitantes era alguien diferente y especial: al principio, porque mi madre era peninsular, “goda” (en Gran Canaria). Después, en Tenerife, porque era de Gran Canaria. El hecho es que siempre me sentí “diferente”, “especial”.
En el instituto era de las pocas del pueblo con padres divorciados y hermanastros (¡como la Cenicienta!), y además mi madre se casó con un suizo de ojos azules y acento canario, algo no tan normal.
El primer contacto con el anonimato llegó en la universidad. En Las Palmas cohabitan casi 400.000 personas; en Letras, donde yo estudiaba, éramos un buen puñado. Aunque los profesores enseguida conocían nuestros nombres y apellidos y yo seguía con mi disciplina estudiantil, me costó ser elegida para el premio fin de carrera y a veces me sentía perdida en la gran ciudad. Para mi abuela, con la que vivía, era una chica maravillosa (¿quién si no sabe eso mejor que tu abuela?), pero yo empezaba a darme cuenta de que para ser especial de verdad tenía que sobresalir aún más.
En la inmensidad francesa del Erasmus, la falta de contacto con la gente por la calle, el frío europeo y la impersonalidad de la segunda ciudad más grande de Francia me dieron el toque que me faltaba: ya NO ERA NADIE. De ser “alguien especial y diferente” había pasado a ser una extranjerilla bajita y chapurreante más. Pero aún faltaba lo peor: al llegar a Colonia desaparecí entre la masa, ME PERDÍ. Nadie sabía quién era, de dónde venía, no sabía hablar alemán, no tenía trabajo, mi abuela estaba a más de 4.500 km y vivía de los contactos sociales de mi pareja. Me sentía con muchos ceros a la izquierda a mis 25.
Ahora, 6 años después y varias generaciones de estudiantes más tarde, no lamento el anonimato, ni aquí, ni allá. Quizás no busco dejar huella por donde paso, en realidad disfruto el hecho de que no haya ningún alumno en la sauna o en el bar el sábado por la noche. Ahora he adoptado también la mirada bovina de los otros en el tranvía.
A veces es extraño saber y sentir que después de que te vayas de una facultad, vendrá otro profe detrás de ti, y que tu trabajo diario y tus esfuerzos se perderán en el vacío. En cualquier caso, ¿para qué ser estrella?, ¿para qué tanta fama o tanta “peculiaridad”?. Ahora me esfuerzo en hacer las cosas cada día lo mejor que puedo y con una actitud positiva y de respeto hacia los demás. Si me recuerdan o no, da igual. Para eso tengo el blog, ¡para despuntar! ;-)

Sonntag, 17. Oktober 2010

El cuerpo te cambia


Como cada noche, me tocaba responder a la pregunta: “¿Y qué me pongo mañana?”. Y me pasó una cosa curiosa: cogí la percha de las blusas de la facultad pija y me las probé todas. Para volver a afirmarme en la idea de que ninguna me gustaba. Y para darme cuenta de que todas... ¡Todas me quedaban estrechas! Me apretaban en los brazos, en el pecho, me tiraban... Un rollo, vamos. Con los vaqueros no me fue más fácil. La zona entre la rodilla y la cintura estaba diferente, ajustada. “¡Jolín, qué raro!. ¡Si no peso más!”.
El estirón, el “¡Qué grande estás, cómo has crecido!”, la pubertad y todas esas cosas fueron hace mucho tiempo, “¿Qué me pasa ahora?”. No estoy más gorda, mi cuerpo, como el de todos, se adapta. Así eres la rubia surfera a la vuelta del verano y te preguntan que si te has echado algo en el pelo tan oscuro en el invierno, te ven en Canarias y te dicen que estás más blanca que la leche de vivir en Alemania. Si vas mucho en bici, los vaqueros lo notan, y si te hinchas a papas fritas o ayunos, pues también. Hay incluso épocas, fíjate tú, que hasta tienes dos corazones en el mismo abdomen, y otras eres el hogar perfecto para todo tipo de microbios y parece que a ti te han espantado.
Si fumas mucho, si haces mucho deporte, si te cortas el pelo al rape, si la barriga se te infla como un globo por la cerveza (en realidad es un bebé... ;-)), si te haces la cirugía o te dedicas a ayunar como un eremita... Da igual. Seguirás siendo tú.
Tu cuerpo es como un chicle, que se adapta a tu rutina y tus necesidades, que a veces da más de sí y otras menos, que tiene una capacidad de sanar y de adaptarse tan bestial, que creo que aún no lo hemos apreciado del todo. Es la materia, el medio, el forro, la forma, el paquete. En realidad, tú sigues siendo el mismo, que va por dentro, a los 5, a los 10 o a los 45 de director del banco.
¿Por qué nos fijamos tanto el tetra brick? ¿Qué es lo que va por dentro y seguirás siendo tú a través de los años, los cambios y las experiencias?

Donnerstag, 14. Oktober 2010

"Thirtysomething"

En alemán, para los que se atrevan.
Los científicos se ocupan de este tema, como quien se ocupa de los ornitorrincos en vías de extinción o los milagros de la naturaleza! ;-)

http://www.spiegel.de/flash/0,,24487,00.html

Sonntag, 10. Oktober 2010

Manual de pequeñas teorías

Con los años he ido desarrollando un nuevo hobby al que me dedico con ansia: hablar con la gente. Y escucharles, esa es la mejor parte. A veces me sorprendo soltando alguna pregunta de lo más tonta del tipo: “¿Y por qué los burros no vuelan?”, “¿Y por qué en Alemania la gente se pega horas discutiendo acerca de qué camino tomar para llegar más rápido a un sitio y en España, simplemente, llegan tarde y se inventan la excusa más inverosímil?”, “¿Por qué unas culturas son monógamas y la nuestra se lo hace?”. Y cosas de todos los calibres, y la gente se enzarza en discusiones de lo más surrealistas. Pero a mí lo que más me gusta de ello es ver que cuantos más años tiene la gente, más grande es su manual de pequeñas teorías. Me explico: creo que cuanta más edad tiene uno, más horas tontas de avión, de tren, de espera en el dentista, de noches en blanco, de test de la revista “Cuerpo mente” y de discusiones con amigos nos hemos tragado, y más tiempo ha tenido uno para irse formando sus curiosas teorías sobre las cosas.
Hasta ahora pensaba que cuando tenía un problema, preguntar a mi padre o a mi abuela eran una buena idea, “ellos tienen ya mucha experiencia”. Pero ahora me hace gracia escuchar cómo las ideas de unos y otros sobre por qué las vacas no vuelan y los burros sí o los niños españoles llegan en cigüeña desde París pero no saben chapurrear ni un pizquito de franchute ¿? pueden ser totalmente contradictorias.
¿Experiencia? ¿Inflexibilidad? ¿El horóscopo? Las canas ya no se respetan, se tiñen. Por eso, a partir de ahora, cuando se me acerque alguien a preguntarme una opinión “porque tú en eso tienes experiencia”, le preguntaré: “Y de qué manual quieres la respuesta: ¿del irónico, del moral, del alemán, del canario, del de una mujer, del de una profe, del que aún está lleno de preguntas...?”

Sonntag, 3. Oktober 2010

Cuando termine


Esta mañana pasé por delante del sitio donde estudiaba alemán el año pasado para sacar el Grosses, el diploma de alemán que me trajo por el camino de la amargura durante más de 1 año. En aquella época pensaba que cuando lo hubiera aprobado y hubiera pasado el mal trago, mi vida sería distinta, sería feliz. Pero de alguna forma, esto de homologar los títulos europeos en Alemania es como una carrera de obstáculos: cada vez que arreglo un papel, aparece el siguiente, da igual lo que haga, siempre hay más que hacer.
Cuando estaba en 3º de BUP me motivaba porque pronto llegaría a COU.
La universidad era como una puerta abierta, el ansiado objetivo, pero luego llegaron los exámenes y los encargos de traducción y me alegraba de que se acabara cada curso.
Cuando terminé la carrera, ¡por fin!. Ya todo había terminado. Pero en realidad no era el final, sino el principio del no saber. Creo que fue en este justo momento cuando empecé a sentir añoranza por los tiempos de la carrera, en los que no tenía tanta responsabilidad sobre mi vida.
Y no sé en qué punto de la película me perdí, porque ahora pienso en julio que por fin pronto terminará el semestre en la universidad y cuando me doy cuenta estoy en enero y tendré el examen de francés. Y cuando termine, me iré de viaje, pero ya planeo antes el disfraz de Carnaval y cuando vuelva, empezará el semestre, pero ya estaré preparando el viaje del verano, porque enseguida vendrá el otoño, y las compras de Navidad, y la cena en casa de tu padre, y la despedida de soltero de Christian, y la boda de mi hermana y, “¿Qué coño te regalo en junio del 2014?”
Y ahí estoy.
Cada día se levantará el sol (o la nube, según en qué parte del planeta vivas ;-)), los estudiantes de 20 y pico irán con su pelito engominado y sus mochilas cool a clase, el semáforo se pondrá rojo cuando pase el tranvía y te tomarás un café en el descanso de las 12:00. Como siempre.
Si quieres, si puedes, si aún estás aquí.
Porque, prepotentes como somos, vivimos pensando que esto es una agenda en blanco en la que se pueden escribir “Termine”, citas, reuniones, fiestas y actividades como si de un puzzle se tratara: todo llenito, que no quede un espacio en blanco. Planeamos con la certeza de que en el 2021 estaremos allí, pero, ¿quién nos ha garantizado nada?, ¿De dónde nos hemos sacado semejante idea?, ¿Dónde está escrito?, ¿Dónde se quedó el presente?

Montag, 27. September 2010

Busco chica para ser papá

Lo flipo. Alucino en colores. Los chicos me tienen asombrada. Ya van cinco en un mes que me comentan que quieren ser papá. Hasta ahí, todo normal. Bueno, quizás no tanto, porque están sin pareja y son los más cool. Además, las amigas más jóvenes de esta edad contestan más evasivas: “Bueno, sí, claro, querer ser madre... Sí, claro que quiero. Un día, pronto, sí... Por el futuro, y eso, para dentro de unos añitos, y tal”. Las que los tienen están un poco ojerosas (aún son todos pequeños, la verdad), todavía tienen algún dolorcillo de espalda tras el primer parto e intentan hacer encajes de bolillos mientras doblan el uniforme para la guarde, calientan el bibe y preparan la cena. Comprensible.
Pero ellos... ¡Me sorprenden cada día más! Porque ahí está Olli, el chico cool de la moto deportiva, los muchos viajes y los muchos ligues, que se da cuenta de que, más que querer conocer a muchas chicas, va más bien seleccionando a una buena madre potencial. O Dani, que sabe que Tina (la gata) es una buena compañera de piso ocasional, porque él lleva años deseando bebés. O Pascal, que a los veinticinco y sin haber terminado la carrera me confiesa que le encanta atravesar cada día el parque para ver a los pequeños jugar e imaginarse a los suyos. O Achim, que se dedica a hacer de tío-padrino de los hijos de los amigos a falta de los propios, o a Aday, que se le cae la baba hablando de lo divertido que está su Manuel, o el cachas-bombero-loquillo Manolo, que no sabe ni cómo explicar lo muy agradecido que está de tener a sus dos chiquitines.
Y sin que las madres me entiendan mal: ellas son estupendas, y claro que quisieron / quieren tener a sus bebés, pero la carita que se les pone a los otros sólo de pensarlo, y el cambio de estrategia que observo al cruzar la barrera de los treinta, me parecen, cuando menos, dignos de un post. Porque la idea mía era la de aquellas que un día sacan discretamente el tema con su pareja: “Mira, ¿qué te parece si lo intentamos, si vamos a por el primero? Y ellos que las miran entre asustados, contentos, con respetillo y con un “Espera un poquito más, ¿no?”.
Para mí lo gracioso de todo esto es que nunca pensé que ellos me contaran esas cosas. A veces se me acercan y me lo comentan entre esperanzados y suspirantes, en tono íntimo y con chispitas en los ojos. Me hablan de ello, de sus sueños, de sus ganas, de sus deseos, de cómo se lo imaginan, de cómo es. Me honra la confianza, me parece precioso, la verdad.
¿Alguna tiene ganas de ser mamá? Hay algunos por aquí que buscan arrejuntarse para tal fin... ;-)

Sonntag, 19. September 2010

De chicos y gatos

Días canarios de reencuentros, amigos, charlas y cenas. Todos treintañeros, todos con sus temas. Haciendo el repaso típico con las preguntas típicas del tipo: “Mira, y a Fulanito, ¿cómo le va?”, “¿Qué sabes de Menganito?”, se entera uno de los detalles del grupito de amigos de siempre. En estas estábamos cuando Dani suelta un:
-“Tina, mi niña, seguro que tú no habías visto tanta gente en esta casa y hasta estas horas, eh?”
Y echa una mirada tierna hacia un sillón del salón. Yo me sorprendo y pregunto curiosa:
-“¿Tina? ¿Qué Tina? ¡Qué callado te lo tenías! Por cierto, ¿y ella donde está?”.
Su mirada cariñosa lo explicó todo. Miré en aquella dirección y vi a una gatita gris que dormía plácidamente en el sofá. “Me la dio un amigo, y ahora vivimos juntos”. Qué tierno, pensé, Dani el Largo con su gatita, qué bien se cuidan mutuamente.
Pero ahí no quedó la cosa. Enseguida saltó Magec, de la misma quinta: “Yo también vivo con mi gatita. Me la encontré en la calle y la recogí. Si la dejo sola, le entra miedo, por eso salimos a pasear juntos por la ciudad”. De repente, después de los muchos años, descubro que mis amigos pertenecían todos a la liga secreta de protección de animales y han desarrollado relaciones bonitas de papá-cuidador-amigo de sus gatitas. ¡Qué tiernos! ;-)
Claro que la cosa no queda aquí (si fuera sólo por eso, no escribiría este post). Siguiendo con la ronda de preguntas llegamos a David.
- “Y él, ¿sigue pa'l Sur?”
- “Sí, claro, ahí está, contento con su apartamento, ¡y su gatita!
Ya me empecé a mosquear. O se estaban quedando conmigo o estaba presenciando un cambioen las relaciones importante. Justo la semana anterior había contactado con “Un Rufián y su Señor” (ver link sobre su blog http://unrufianyunsenorenunds3.blogspot.com), otro treintañero que explica en su blog las bondades y ventajas de la vida con su amigo perro.
Perdonen, pero si leemos el post anterior sobre “Algunos chicos single” y luego este, y sacamos cuentas, observaremos una clara evolución: estos chicos internautas (creo que además son todos autónomos) han encontrado en la fidelidad de sus gatitos/tas, perritos/tas un compañero-pareja-amigo-colega ideal, que sólo come y duerme, ronronea / lame, no compra ropa, no habla de la relación y no le cambia el humor cuando le viene la regla. ¡Qué idea tan fantástica! ;-)

Dienstag, 14. September 2010

Qué complicado es ser mujer de treinta y pico

- Tienes que parecer de veinticinco, aunque tengas más de treinta.
- La ropa debe empezar a ajustarse a tu edad. Pero, ¿qué estilo es ese, que ni te haga mayor ni te haga una jovencita?
- Si con treinta tienes hijos mayorcitos, estás hecha una señora.
- Si todavía no los tienes, ya te puedes ir espabilando.
- Si quieres volver a estudiar, estás un poco en el límite, “¿Es que todavía no sabes lo que quieres ser de mayor?”
- Si no tienes novio, ya eres casi la solterona.
- Comienzas a reconocer dónde están el hígado o los riñones tras una visita al médico.
- Te cuesta más tiempo recuperarte de la copa de más de la noche anterior.
- Cuando hablas de las cosas que hiciste antes, empiezas con un “Hace 10 años..., hace 15/ 20 años que... ”, y te da cierto vértigo.
- Aunque salir de fiesta te sigue gustando, los sábados tranquilos te parecen cada vez más atractivos.
- Haces planes más a largo plazo: tener niños, comprar una vivienda, casarte, renovar el cuarto de baño.
- Elaboras un plan para tu vida: antes esperabas encontrar un trabajo X, una pareja X o un lugar para vivir X. Ahora ya has visto cómo se han desarrollado los últimos 30 años, y puedes trazar un plan más realista para el futuro.
- Aunque la inquietud anterior sigue estando ahí, enfocas las cosas más como una carrera de larga distancia, regulando fuerzas y valorando posibilidades antes de lanzarte siguiendo un impulso.
- No te da vergüenza ni comprar compresas, ni condones, ni la píldora, ni ropa interior sexy. Estás en otro escalón, ¡ya has hecho todo eso muchas veces! ;-)
- Conoces un poco más tu cuerpo y sabes qué colores y qué estilos te quedan mejor y vas más al grano.
- A veces te afecta ver cómo pasan los años, y a veces te consuelas con algo como: “Mientras no tenga 40... aún me queda un tiempo”.
- Agradeces más a menudo estar viva, a pesar de las dificultades y los trabes relativos a la edad. ;-)

Montag, 6. September 2010

Algunos chicos "single"

Anoche, en la cocina de casa. Unas cincuenta personas pululan por ahí, entre sangría, kölsch y risas. El grupito de rigor se acumula en la cocina. Un amigo de 33 me pregunta discretamente: “Y, entre nosotros, ¿en esta fiesta dónde están los singles? ¿Es que hay alguna libre por aquí?”. Miro a mi alrededor y constato otra vez el mismo fenómeno: los únicos “solos”, “solteros”, “singles” estaban en la cocina, apoyados en la encimera o en la barra, bebiendo cerveza y contemplando el panorama del salón desde allí. Unos 7 chicos, todos sin pareja y en su búsqueda. A su pregunta tuve que responder con un: “¡Los singles son los chicos que ves aquí, a tu vera! Ninguna chica”.
Este pibe es el ¿4º? ¿el 5º? que se acerca quejumbroso esta semana a contarme así, en tono de confianza, que se le echa el tiempo encima, que hace no sé ni cuántos años que fue la última vez que tuvo una pareja estable, que tiene ganas de conocer a alguien, “¿tienes amigas-españolas-libres-de-tu-estilo-que-me-quieran-conocer?”
Y yo les miro entre divertida e irónica, les echo un par de comentarios del tipo “a espabilarse, a buscar en otro sitio, a enfocarse en el objetivo con una intención, a buscar en algún parship de esos en Internet” o alguna frase hecha y ya manida, pero me vuelvo a casa pensando que por qué.
La verdad es que todos son estupendos, son agradables, han estudiado, son guapetes, tienen trabajo, se ponen a tiro cada fin de semana, pero sus rolletes no llegan a cuajar nunca más allá del domingo. Después de preguntar una y otra vez que qué tal marcha con la nueva y recibir un “se acabó” por cuarta vez, dejo de investigar. Aún así, sigo buscando respuestas a este fenómeno social de los chicos treintañeros.
Como siempre, es una parte del total, no se puede generalizar. Entre los que están solos a esa edad también hay chicas, por supuesto pero, ¿por qué los veo más tristones a ellos? ¿por qué se vuelven las miradas más descaradas, los intentos más desesperados y sus acciones en los bares más suicidas?
Mi modesta y nada científica teoría me dice que son bastante más perfeccionistas con la apariencia, el nivel cultural y el estilo de relación que buscan que las chicas, son menos conscientes de lo que quieren y tienen mucha presión del resto del grupo. Es como si al no llevar a alguien a su lado su valor social disminuyera. Aunque la causa principal la resumiría en “desajuste”. Sufren de un desajuste entre sueños y realidad, entre expectativas y cotidianidad, entre Lara Croft y María García.

Montag, 30. August 2010

Carné de estudiante

El otro día quise hacerme, o más bien renovarme, el carnet de la biblioteca pública de Colonia. En España es a veces se crea un pequeño “vacío legal” entre la validez de la tarjeta de estudiante (que es como una tarjeta bancaria normal) y el momento de terminar los estudios. Y normalmente es para tu favor, pues la tarjeta dura más que la carrera, si es que empollas un poquito ;-).

Así que una que tiene una carita de no haber roto nunca un plato, va por el mundo con su carnet de estudiante español, y como ahora somos tan globalizados y tan guays, pues entra gratis a la Acrópolis de Atenas como estudiante a sus 30 añitos. ¡Fantástico, entrar gratis en un sitio!

Pero claro, por algún lado nos tenían que coger a los bajitos con cara de jóvenes. En la entrada, una señora seca me preguntó: “Sí, estudiante, vale pero, ¿eres menor de 30?”. Y con eso acabó mi jolgorio: el día después de mi 31º cumpleaños ya me hacían pagar las tasas completas. Intenté ablandar a la Frau-aburrida-de-la-entrada buscando su piedad: “Ayer fue mi cumpleaños...” (¿Podría usted regalarme la entrada gratis a la biblioteca por mi cumple? Mire que es mi primer día con más de 30, es un momento emocional delicado, ya sabe, porfiiii...”). Pero esa mujer-más-seca-que-un-bizcocho-de-Teror no había leído este blog, o hacía mucho que había cumplido los 50, y mi carita de pena, desconsuelo o cruda aceptación le debieron importar un pepino.

Y ahí fue cuando pensé: “¿Para qué tantas cremitas, tanto intentar parecer más joven si, en realidad, no se pueden esconder ni los números, ni escapar de la realidad? Tienes 31 y se acabó lo que se daba”.

Y no sé bien por qué, pero me cambió el ánimo. Por pagar 23 € por hacerme socia de una biblio pública (si es pública, ¿por qué pagar tanto?), por no poder cambiar la fecha del carnet por un par días antes, por tener que admitir que es verdad, que vamos todos “pa'arriba”.

Me consuelo con la idea de que hace unos meses no me dejaron entrar a un bar por no tener el carnet encima y no creer que hacía ya 12 años que había pasado de los 18. ¡Eso sí que fue un cumplido! Tuvimos que cambiar de bar...

Y tú, ¿estiras también tus carnés?

Dienstag, 24. August 2010

Arriesgarse o morir

Este post es para y por Majo. Llevaba tiempo con él en la cabeza, pero ahora llegó el momento. De decidirse, y de escribirlo.
Llega un momento en el que ya no puedes esperar más. En el que echas cuentas y te acuerdas del poema Instantes de Borges (post anterior), en el que algo aquí dentro te dice: ¡Ahora o nunca!
Como mi hermana, que después de estar toda la vida suspirando por un animalito, se decidió y se fue a Madrid a por su erizo. Feliz de la vida, aunque la decisión no fue fácil: que si permisos de veterinarios, que si transporte a Canarias, que si ericito pa'arriba y ericito pa' abajo. Aunque pocos lo hacen, ella siguió adelante.
O la historia de mi tío, que loco por emular a sus héroes sobre dos ruedas del Tour, se compró la primera bici y se lanzó a las carreteras de la sierra de Madrid para correr algunas de las etapas de la Vuelta a España, a su ritmo y a su edad, sin haberse subido jamás a una bici.
O mis amigos Olli y Melli, que dejaron todo atrás (trabajo, seguridad, piso, amigos, país, familia), se liaron la manta a la cabeza y se fueron a vivir a Tailandia, sin conocer el idioma, sin tener contactos, basándose en una intuición, en las ganas de probar cosas nuevas y de darle una oportunidad al sueño de vivir en el extranjero, en un país exótico y de carácter más amable que el norte de Alemania.
O mi madre, o la del otro, que se deciden a dejar relaciones que no marchan bien a pesar de las críticas externas, de los hijos pequeños y de la falta de claridad para el futuro.
O, sin ir más lejos, el que se atreve a mirar de frente a la realidad, acercarse a la persona que quiere y decírselo con el corazón en la mano, arriesgándose a una negativa, a la vergüenza o a recibir una respuesta afirmativa que, no por serlo, resulta más fácil de encajar.

En un momento dado hay que arriesgarse o morir, decidirse, lanzarse a lo que nos parece un vacío, pero que en realidad no lo es. De fondo hay un casi imperceptible “tictac, tictac, tictac” de un reloj inexistente. Puesto que, si no avanzamos, retrocedemos; si no nos atrevemos, perdemos; si no lo intentamos, ¡nunca lo conseguiremos!.

Y tú, ¿a qué has querido atreverte siempre sin llegar a hacerlo? ¿Dónde tienes ese punto de lo que los alemanes llaman “Verschieberitis” y los españoles, algo así como, “Posponeritis”?

Mittwoch, 4. August 2010

El verano

Las vacaciones sirven para reponer fuerzas, observar, y preparar nuevos posts para el blog. Hasta dentro de 10 dias!

Dienstag, 20. Juli 2010

Instantes

No sé si habrás recibido alguna vez ese poema de Jorge Luis Borges titulado “Instantes”. Ahí te lo dejo para poder leerlo otra vez. Poco a poco, se ha ido convirtiendo en una filosofía de vida:

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.






Dienstag, 13. Juli 2010

El Kik o Kit de la cuestión

Fin del Mundial de fútbol: durante las últimas 4 semanas, millones de personas se preparaban casi a diario para alguna cita futbolística. Con banderas, camisetas, cervezas y los colores de su equipo, se armaban de emoción ante el espectáculo que sabían que vendría. Adrenalina, cortisol, testosterona... Un auténtico cóctel de hormonas que les hacían sentir durante al menos 90 min (más precalentamientos, prórrogas, ¡penalties! y festejos post partido) un sinfín de pequeños subidones emocionales.
O como el domingo ante la plaza de la Victoria de Las Palmas, donde en medio de la masa enfervorizada por la victoria de España, un seguidor con una butaca robada de algún bar, sacó su paquetito, se estiró su rayita y se metió una ración de su polvito blanco. Seguro que llevaba ya más de 8h de subidón hormonal en un partido que Holanda no puso fácil, pero el efecto, a lo largo de las horas, iba disminuyendo. Unos gramitos del polvo blanco y otra subida, otro chute para aguantar hasta el siguiente “Kik”.
Y así vive el ser humano: el drogata, el alcohólico, el futbolero, el corredor de la Bolsa, el triatleta, el paracaidista, el soldado, el motorista, el músico, el poeta, el amante del chocolate, el enamorado. Todos corriendo por ahí en busca del “Kik”, del “Qüiqui”, del “chute”, del subidón.
Parece ser que estamos preparados biológicamente para ir aprendiendo a base de una cierta sensación de bienestar corporal acerca de qué es lo que nos viene bien o mal. Además, en el cerebro las áreas implicadas en la sensación de placer y de adicción son casi las mismas. En cuanto experimentamos algo, se pone en marcha un mecanismo complejo y límbico en el que entran en juego todo tipo de sustancias, que a su vez activan la memoria corporal y que nos dicen: “Recuérdalo, esto te ha hecho tocar el cielo. Si lo quieres sentir de nuevo, hazlo otra vez”.
Y así actuamos: vamos por la vida probando cosas y grabándolas en un vacío límbico que se activa cuando olemos, como los perros de Pavlov, que la experiencia se puede repetir de nuevo. Este mecanismo tenía y tiene su utilidad para la especie: nos ayuda a evitar peligros y cosas que no funcionaron y a diferenciarlas de otras que sí.
El problema está en que a menudo no nos damos cuenta de que da igual la frecuencia con la que busquemos o encontremos ese “Kik”, porque siempre necesitaremos más. Pensemos que el “Kik” es igual a “felicidad” y veremos que tampoco se alcanza una vez y ya nos dura para siempre. En realidad creo que en los mecanismos que activamos continuamente para buscar el “Kik” está “Kit” de la cuestión. Somos seres de búsqueda y en búsqueda. No existe ni la tristeza eterna, ni el “Qüiqui” eterno, ni la rayita de coca que dure para siempre, ni el enamoramiento que nos mantenga durante 40 años en lo alto de la nube.
La buscadora.

Mittwoch, 7. Juli 2010

Divertido

Entretenimiento veraniego para días de calor aplastante. ¡Atento al resultado!

Donnerstag, 1. Juli 2010

Revivir años

Últimamente observo un fenómeno curioso: algunos amigos empiezan a salir con chicas más jóvenes, a recuperar aficiones “de antes”, a llamar a los amigos de los viejos tiempos. Es como si en algún momento te miraras un poco más detenidamente y te preguntaras: ¿Dónde estoy y a dónde voy? Y la solución pase por “revivir años”.
Me decía un amigo no hace mucho, después de una separación: “Sí, la nueva tiene 10 años menos, pero es muy madura”. La chica anterior tenía su misma edad, empezaba a preguntar por los hijos, tenía ganas de hacer otras cosas que ver los fines de semana a los amigos y salir a dar tomar unas copas. Si calculamos que la nueva tiene 21, a mi amigo aún le quedan 10 años hasta que la nueva se ponga “realmente pesada” con eso de los hijos, así que él tendrá tiempo de hacerse el remolón, dejar que el pensamiento le pase por la cabeza, dejarlo ir otra vez y esperar a que le llegue la inspiración divina: total, ella por ahora no va a preguntar, primero tiene que terminar la carrera y esas cosas.
Lo mismo ocurre cuando algún compañero de trabajo se empeña en salir con los estudiantes. Aquí las barreras son siempre más sutiles (yo me incluyo en el bote), no seré yo la que decida cuándo llaman la atención estas fiestitas entre profes y alumnos y cuándo no. ¿Cuando la diferencia es de 25, 30 ó de 35 años?
De pronto, un día te das cuenta de que los años no vuelven, de que cada día es un día menos, y de que la etapa esa de la primera juventud ya pasó, y tú no estás en ella. En realidad, es la profunda e inconsciente confrontación con la muerte lo que nos hace a muchos buscar en el pasado para, con la madurez y el conocimiento actuales, revivir los años y las experiencias. Pero, ni por tener una novia más joven, ni por salir de marcha con los estudiantes, ni por darle pataditas al balón con los colegas por las tardes conseguiremos retrasar la inevitable levedad y brevedad del tiempo.
En realidad, si la muerte no existiera, ¡habría que inventarla! La eternidad vital es aburridísima: no habría que tomar decisiones, no existiría esa perceptible “presión temporal”, no subiría el ritmo de nuestra banda sonora particular. Inconscientes de lo valioso de nuestro tiempo, viviríamos cada día sin prestarle apenas atención.
Por eso son los 30, los 40, los 50, los que nos ayudan a reaccionar a tiempo y, sin tener que revivir los años, no olvidar que, al final, lo que cuenta no es lo que hicimos mal, sino lo que ni siquiera llegamos a hacer.
¡A vivir, que sólo son 2 días!

Donnerstag, 24. Juni 2010

Anatomía de un treintañero

El sábado quedé con un grupito de amigos, y mientras estaba allí, pensaba en el título del siguiente post: Anatomía de un treintañero en el 2010. Y aunque suene a tópico, este es el resultado:

-Joven de entre 28 y 36 años.
-Soltero, con una carrera universitaria y quizás un máster.
-Vive en un sitio diferente al que nació, en el centro de una ciudad más grande.
-Comparte piso con otros de su edad o, según sus ingresos, vive solo. Algunos, con su pareja.
-Tiene una contrato de años o meses, un sueldo que le permite ser independiente, pero no le da seguridad.
-No “tiene” (posee) nada: no tiene coche, no tiene casa, no tiene un contrato estable, por no tener, no tiene ni planes.
-En cuanto a relaciones… El asunto daría para muchos posts. En principio, las relaciones duran menos que las de sus padres, y muchísimo menos que las de sus abuelos.
-Tiene contactos o tira de móvil con facilidad: sabe que vive una vida global a la que se conecta a golpe de email, chat o de sms.
-Se conecta a Facebook varias veces al día.
-La familia le importa, pero no tiene hijos y piensa siempre en “algún día, cuando llegue el momento”. Sabe que sus padres seguían otro ritmo, pero le ha tocado vivir este momento.
-Tiene “Multiplicidad de opciones” (ver el post anterior). Hay muchas personas, muchos amigos, muchos trabajos, muchos países, muchos intereses, muchas cosas que hacer en el tiempo libre.
-No es religioso, o lo es cada vez menos.
-Su familia son sus amigos, los que están en su misma situación, con los que comparte preocupaciones, salidas y viajes.
-La imagen personal es importante: el cuerpo en forma, la moda, las nuevas tendencias. ¿Tendrá 20 ó 35?
-Sueña con el “gran amor”, pero ha sufrido ya varias decepciones. Se junta con aquellos que están en su misma situación. Es la “Generación Urano”, ;-) que según los astrólogos carece de modelos claros, pero debe adaptarse rápido a un mundo que nos adelanta a todos.

Samstag, 19. Juni 2010

Mi pequeño Nicolás

El pequeño Nicolás de René Goscinny es el típico personaje atemporal que uno lee de niño y retoma a cualquier otra edad. A mí me encantaba leerlo, y me extrañaba que mi madre también lo leyera (¿Cómo iba yo a leer los libros de los mayores o ellos los nuestros?).
Y en este personaje pienso siempre cuando estoy con mi amigo Nicolás, que no por casualidad es también francés. Y como me da pena que algunos sean venerados después de haber pasado por esta vida, pues aprovecho este blog para hablar de esa gente fantástica que me voy encontrando.
Nico es pequeño, flaco, rápido, atento y chistoso. Habla español como si fuera su segunda lengua, alemán e inglés con deje francófono, va en Vespa por Colonia y tiene muchos amigos. No sé qué edad tiene, ni lo sabré nunca, pues él mantiene un cierto halo de misterio respecto al momento en el que nació. Pero en este detalle reside su gran fortaleza: es un tipo “atemporal”. Desde que lo conozco, hace ya 6 años, supe que era mayor que yo, pero nunca supe descifrar cuánto. En cualquier caso, siempre ha sido capaz de cambiar de registro y adaptarse a la situación con una capacidad digna de imitar. Con Nico puedes hablar de todo, y de cualquier forma: a veces son confesiones no muy divertidas; otras, la mayoría, no puedes parar de reír cuando él está frente a ti. El otro día me decía una amiga común: “Es que Nico está siempre de buen humor. Es muy fácil estar con él”. A veces, por sus ocurrencias, parece un niño chico. Otras, utiliza su agudo sentido común para aconsejarte según una perspectiva madura que tú nunca hubieras tenido en cuenta.
Ser atemporal no es fácil. Para él supone reírse de cualquier cosa, sobre todo de sí mismo (¡Y de mí! ;-) ), no criticar, pues si la gente actúa como lo hace, será porque alguna razón tiene para ello; hacer deporte, para que el tiempo no le desgaste tanto y los músculos sean como los de antaño; mirar a un niño como si él fuera otro e ir por la vida sin complejos: a todas las edades se puede bailar, decir tonterías y hablar de la Bolsa, si es que hace falta.
20-32-45...: ¡Qué más da! No es cierto que cada año de vida en esta Tierra implique un mayor grado de amargura e inflexibilidad.
¿Conoces también a otras personas “atemporales”?

Donnerstag, 17. Juni 2010

Buscando claves

Esta semana se ha cubierto mi récord: 3 parejas de amigos que terminan su relación. Perfil: treintañero o a punto de serlo, desde hace más de 1 año en la relación, desengañado de la persona y decepcionado de las relaciones en general. Y a mí que me da pena oírles, pero sé que saldrán adelante. Mi espíritu empático se une a mi espíritu investigador e intento buscarle causas a esta casi eterna desilusión del compañero sentimental. Estos 3 amigos, ni son los primeros, ni son los últimos, pero percibo un descontento general cuando la gente empieza a hablar de sus parejas, y la verdad es que no sé a qué se debe.
Decía un libro que encontré por casualidad, que los nacidos entre 1971 y 1984 pertenecen a una generación que tiene una visión diferente del matrimonio, la estructura familiar y la configuración social, donde el tema dominante es la cooperación y no la jerarquía. Es una generación que transformará los roles sociales y sexuales al demandar mayor igualdad.
Está claro que esto no parece nada nuevo: el ejemplo de mayo del '68, por ejemplo, es una muestra de esos momentos históricos en los que un grupo generacional se separa de los anteriores demandando cambios en algún sentido. Pero creo que en esto último está la diferencia: mi generación no demanda, sino que experimenta. Tengo la sensación de que se ha abierto una brecha entre nuestros abuelos y nuestros padres, y aunque soñamos con los estrechos lazos familiares que unieron a la gente antes y después de la guerra, de alguna forma no nos damos por satisfechos con ellos, y establecemos nuevos parámetros que también son nuevos para nosotros.
Esta generación mira de frente a la verdad emocional de sus relaciones sin acobardarse, en su búsqueda por mantener relaciones sentimentales libres de sentimentalismo, conservadurismo e hipocresía. A esto se le unen la falta de un “pizco” de paciencia con los defectos de los otros y un idealizado deseo de amor incondicional y el resultado es un no pequeño rebaño de “medio jóvenes, medio adultos” que se pasea por ahí buscando a su media naranja, aunque sin creer mucho en ella.

Freitag, 11. Juni 2010

El plancton de cada día

Últimamente me pregunto mucho por la felicidad. No porque no sea feliz, sino porque creo que hoy por hoy tengo una perspectiva diferente de la que tenía de adolescente.
Antes soñaba con el día en que terminara el curso, para estar libre en las vacaciones. Soñaba con cosas “grandes”: ir de campamento con los scouts, conocer los Pirineos, ir a la universidad, ser “mayor”, tener un trabajo, una pareja, vivir en el extranjero. Eso ya lo he conseguido todo. ¿Y ahora qué?
Cada mañana, como hormiguitas, nos levantamos para “hacer cosas”. Cada uno “hace” “unas cosas” un poco diferentes de las “cosas” que “hacen” los otros pero, al fin y al cabo, todos “hacen cosas”. Y te los ves, a estos humanos, levantándose temprano, recorriendo kilómetros en trenes, autobuses, en coches, esperando en atascos, parados en el frío de la estación, subiendo y bajando escaleras, como si buscaran algo, como si siguieran a una voz interior. En el andén piensas en que ojalá el tren llegue pronto; en el tren, en el curro; en el curro, en la hora de la comida y, cuando esta llega, ya falta poco para volver a empezar la ronda de transportes pero al revés. En casa lo haces todo rápido, para al día siguiente poder comenzar con la misma estrategia.
Decía ese médico al que estoy leyendo -y que me gusta cada vez más- que los seres humanos parece que somos los más inteligentes. Pero no los más grandes, y quizás tampoco los más felices. La ballena azul, que sí que es grande, vive relajadamente, cantando por los mares, abriendo la boca cuando quiere comer, llenándola de plancton (ese conjunto de millones de microorganismos), segura de que habrá más cuando la vuelva a abrir. Cuando tiene hambre, abre la boca y ya está. El ser humano no podría alimentarse de plancton: empezaría enseguida a pensar que no puede ser tan fácil, que tiene que hacer algo más para ser feliz.
Pero en realidad en eso consiste: en estar una serie X de años en esta vida, multiplicarlos por 365 días y multiplicarlos por cada uno de los “momentos plancton” que tiene cada día: ¡Un montón de razones para disfrutar como las ballenas! Pues:
-los pequeños buenos momentos ocurren más a menudo que los grandes
-las cosas grandes tienen menos influencia en nuestra vida que las cositas pequeñitas
-las grandes catástrofes nos hacen a la larga menos daño que el continuado y casi imperceptible estrés
-los grandes momentos de felicidad no tienen relación directa con la felicidad de nuestro día a día.
¡A ser felices por poder tener un tren que coger y tener a un sitio al que ir a "hacer cositas”! Y a no olvidarse de abrir la boca y llenarla de todos los momentos plancton que están a nuestra disposición.

Nuestro plancton de cada día

Donnerstag, 3. Juni 2010

Sex and the City 2

La semana pasada tocó Sex and the City 2. La expectación general era grande, y aunque no soy muy devota del cine americano o del inaudito despliegue de vestuario que las 4 chicas nos hacen presenciar, allí me metí, y además en la fila 4. A pesar de la superficialidad y de lo manido de los tópicos, admito que me gustó ver en la pantalla grande algunos de los temas de este blog.
Al principio de la peli las chicas van a una boda de dos amigos homosexuales donde uno de ellos afirma: “Hoy me caso con X, pero tengo todas las puertas abiertas para conocer a hombres del mundo entero”. Ante esto varias responden asombradas: “¿Te casas para ser infiel?”. Los dos responden que ellos han llegado a ese acuerdo: no es que tengan que ser infieles, pero conocer a otros hombres está permitido en su relación.
Media hora después, el marido de Carry le comenta que por qué no disfrutar cada semana de 2 días libres. Mantienen todavía una segunda vivienda, y a lo mejor sería positivo que se tomaran esos dos días separados el uno del otro para escribir, leer y estar con las amigas (ella), o para estar en el sofá, ver la tele y disfrutar de estar solo en casa (él). Al principio a Carry le parece imposible de aceptar, le parece “una muerte anunciada” de la relación. Pero en realidad se da cuenta de que no les vendría tan mal, de que de esa forma el tiempo que se vieran después sería para ellos, para aprovecharlo de verdad juntos.
Ante esto, cada una de las chicas defiende su opinión: “Un matrimonio está hecho para que las dos personas duerman juntas en la misma cama cada noche”, “No tenéis hijos, ¿y ahora además vais a estar sólo 5 días juntos?”, “En realidad, el tiempo en el que estábamos de novios, pero vivíamos separados, fue el mejor, pero no sé si ahora volvería a ello”. Opiniones de todo tipo.
A mí el detalle me hizo pensar en mi propia historia, o en mi post con el título “Yo creía que...”. En este proceso de crecer, hacerse adulto y madurar, lo que ocurre es que uno va confrontando continuamente las ideas de la infancia y las de la sociedad con las propias, que se van formando poco a poco. Y después uno elige: ser fiel a las ideas de cuando era niño, seguir las tradiciones familiares, religiosas o de la comunidad, o buscar un conjunto de “ideas”, “fórmulas” o “principios” que se adapten a su propia forma de vivir y de pensar.
Tengo que admitir que este proceso no ha sido fácil. Me hubiera gustado seguir creyendo en las historias de Disney o en las de las series españolas “Al salir de clase”, como también acatar al pie de la letra las tradiciones familiares. Hubiera sido más fácil. Pero como no me funcionaba, he acabado por crearme una serie de “mandamientos personales” que rigen mi vida, y me ayudan a actuar siendo fiel a lo que considero más importante.
A veces no puedes seguir el “camino recto” como se supone que deberías hacer. A veces te das cuenta de que la persona con la que quieres compartir tu vida es de tu mismo sexo o tiene unas costumbres muy diferentes a las de tu familia, o es de una religión totalmente diferente o habéis decidido ni pasar por el altar, ni tener hijos, o ni siquiera vivir juntos, lo cual es durante muchos años centro de las críticas a tu alrededor. Pero como decía Carry: “Cada persona / pareja puede decidir qué reglas o fórmulas le/s funcionan, es algo que afecta sólo a esas dos personas”. Para reflexionar.

Donnerstag, 27. Mai 2010

Imitando a Asterix

¿Quién recuerda la peli “Las doce pruebas de Asterix”? Es de las pocas que he visto varias veces. Me llamaban la atención las pruebas por las que el galo y su buen amigo Obelix tenían que pasar para llegar al Olimpo. Muchas me impactaron (tendría 5 años por aquel entonces), pero la que recuerdo a diario es aquella en la que al galo bajito le encomiendan la tarea de buscar un determinado formulario en un edificio de la administración. Ese fragmento de la película discurre más o menos siempre así: Asterix, Obelix e Idefix se dedican a subir escaleras, a preguntar en ventanillas, a recoger papeles, a buscar sellos, a volver a preguntar, a volver a bajar escaleras, hasta que Asterix, a pesar de su gran paciencia, empieza a volverse literalmente loco.
Recuerdo haberle preguntado a mi madre: “¿Pero por qué tiene él que hacer todo eso?” “¿Por qué no le dan el papel que necesita y ya está?”. A mí Asterix me encantaba, y me causaba verdadero dolor verle así, perdiendo el tiempo de una forma tan absurda.
Otra noche, poco antes o después, lloré, incapaz de dormir. Recuerdo que me fui al cuarto de mi abuela y mi madre llegó después, a preguntarme que qué me pasaba. “Es que ser mayor es aburrido!”, “¡Tengo miedo!”. “¿Por qué?”, “Siempre hay que estar resolviendo papeles, hay que ir a Hacienda, a Muface, al ayuntamiento, hacer la declaración de la renta, ir al médico... ¡Es un rollo!”.
Mi madre me animó con sus mejores argumentos: “Se puede, ya verás que cuando tengas que hacerlo no es tan difícil, poco a poco se van resolviendo...”.
No me quedé muy convencida, la verdad. Aquellas colas delante del edificio de Hacienda y todos aquellos números de la declaración me aterraban.
Ahora vivo en Alemania, el país de los documentos, o de las pruebas de Asterix. Aquí, sin un papelito no se puede hacer NADA, ¡nada!. Para todo es necesario un testimonio administrativo, un comprobante que demuestre que otro documento es real, además de que cada uno debe tener el numerito adecuado, para que los funcionarios de los distintos edificios de la administración que controlan tus movimientos y pasan papelitos de un montoncito a otro montoncito puedan encontrar cualquiera de esos papelitos y sus comprobantes.
Ya los Unterlagen / formularios no me aterran, pero me siguen sin gustar. Ahora no me queda más remedio: ¡A la calle a por las 12 pruebas de Asterix!

Montag, 24. Mai 2010

La felicidad rara vez viene sola 2

El mismo doctor ofrece también algunas ideas interesantes respecto al tema de la amistad. Amigos para siempre son algo difícil de encontrar, sobre todo porque cuando más años vive uno, más difícil es que esas relaciones duren a lo largo de toda la vida. Lo interesante de estas amistades son las historias comunes que se han vivido. Estos amigos “de siempre” te conocen antes de que tú te conocieras a ti mismo, antes de que tuvieras la imagen actual, sirven de espejo de tu evolución personal. Según un estudio llevado a cabo en Inglaterra, cuantos más viejos amigos se tuvieran, mayor era el índice de felicidad. Los viejos amigos están ahí, en el fondo, para recordarnos quiénes éramos, quienes somos y hacia dónde vamos, para que no nos perdamos en la vorágine de la apariencia que hoy queremos dar.
Y no sé por qué, pero a partir de cierta edad es más trabajoso hacer amigos amigos “para toda la vida”, pues en realidad esta denominación se contradice por sí misma. Si ya tienes más de 30, será una amistad en la que falten las 3 primeras décadas, ya difíciles de recuperar.
Pero al mismo tiempo, esta “Lista de viejos amigos” se debe actualizar. Porque no por el hecho de conocerlos desde hace tiempo debemos seguir juntándonos con ellos, como quien sigue fiel al MS-DOS cuando el Windows Vista ofrece muchas más ventajas. Ya que como el tiempo que tenemos en este planeta es difícil de cuantificar, y dado que los amigos deberían ser una fuente de placer y no de aguante, quizás sería bueno observar con quién pasas tu tiempo y quién se lo merece de verdad. Y aquí los divertidos Manolos nos lo explican muy bien en “Amigos para siempre”.

http://www.youtube.com/watch?v=sTSzsg6sjwU&feature=related

Mittwoch, 19. Mai 2010

La felicidad rara vez viene sola

Esta es la traducción del título del libro que me estoy leyendo en alemán. Un doctor que descubrió que era mucho más efectivo no esperar a tratar a los pacientes en el hospital, sino prevenir antes con buen humor y trucos de sentido común que la gente llegara con depresión a su consulta. Ayer me topé con algunas frases que encajan con los pensamientos que oigo a menudo en boca de otros respecto a la pareja o a los amigos.
Según dice Eckart von Hirschhausen, después de un tercio de nuestra vida (¿Y cuánto es un tercio? Si piensas llegar a los 90, son los 30, pero no todos duramos tanto), ya tenemos una visión general de las parejas posibles que hay a nuestra disposición, se puede hacer una “media” con los compañeros que hemos conocido. Si aún seguimos a los 40 pensando en lo que encaja mejor con nosotros, tenemos que ser realistas y darnos cuenta de que no tendremos tanto tiempo para seguir buscando y probando. Como decía mi abuela: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”.
Este doctor nos anima también a observar detenida y objetivamente todas las relaciones que hemos tenido hasta ahora, a colocarlas en un orden de menos a más satisfactoria, y a situar a nuestra actual pareja en un punto de esa escala. Si la colocamos en la mitad superior, ¡enhorabuena!. Estamos en el buen camino. Si la colocamos en el primer tercio, ¡es hora de dejar de buscar!. Pues según los estudios, es más importante poder querer, que ser querido para encontrar la felicidad.

Samstag, 15. Mai 2010

Pizzaschachteln, Clueso

Finde musical: "Und wieso und wieso und wieso fühle ich mich trotzdem so gut?"
¿Y porqué y porqué y porqué me siento de todas formas tan bien?

http://video.google.com/videoplay?docid=-4312334522380991436#

Los chicos a los 30

En Alemania la gente pone anuncios en Internet para compartir coche y gastos de gasolina cuando va de un sitio a otro. Así que muy a menudo te ves yendo en coches de otros o compartiendo el viaje con gente que no has visto nunca, poniendo tu vida en sus manos y entrando en contacto con personas a las que nunca conocerías. Últimamente soy copiloto de múltiples chóferes que circulan en todas direcciones y claro, como me preguntaba mi hermana: “¿Y tú qué haces tanto tiempo con esa gente en el coche? ¿De qué hablas?”
No sé cómo, pero parece que todas las conversaciones llevan al blog :-). El otro día me tocó “El día del chófer hombre y treinteañero”, y seguro que cubrí el récord del mes: 4 compañeros de travesía, todos chicos, y todos de 30. Y acabamos hablando del tema, como quien comienza a decir que tiene gripe y todos asienten, o como quien comenta el supergolazo de Messi del día anterior. La única diferencia es que yo era la periodista de incógnito y ellos del sexo opuesto, así que intenté estarme calladita y quietecita mientras les oía hablar de lo que ellos sentían en "su nueva edad”.
“Me alegro de cumplir 30 en un mes. No sé, cuando lo digo parece que soy adulto, es algo... más de verdad”.
“Cada día soy más conservador, justo lo que no hubiera esperado en la época de estudiante”.
“No hay nada mejor que unas cervezas, unos amigos y la play” (¿¿Todavía en ese plan??)
“Ya no puedo beber tanto. Se notan los 30, las cervezas me hacen polvo”.
“Lo mejor de esta vida es dormir”.
“Me toca casarme: en mi familia soy el último que queda”.

Estaba boquiabierta y sorprendida. Conclusiones:
1. Ellos también se hacen preguntas sobre el tema.
2. Se dan cuenta de que el paso del tiempo les resta energía para fiestas y luchas políticas.
3. Les afecta la presión externa en los pasos que tomar, igual que a nosotras.
4. Al final, los mayores placeres son los de siempre, los de antes y los del futuro: los colegas, el fútbol, su amiga la cerveza, y DORMIR...
5. El tema hijos no salió a colación. ¿Será verdad que ese famoso reloj sólo lo tenemos nosotras?
En cualquier caso, resultó ilustrativo y curioso verlo desde la otra perspectiva. Hombres y mujeres nos hacemos preguntas a menudo. No en vano ha pasado ya para muchos más del primer tercio de nuestra vida.

Donnerstag, 13. Mai 2010

Lara está creciendo

Pedro Guerra, tocando el tema del paso del tiempo

http://www.youtube.com/watch?v=pv2MLGhdlQY&feature=related

Lara está creciendo
a pesar suyo descubriendo
que crecer es ir perdiendo
las ventajas que nos daba la niñez

Lara está creciendo
a pesar nuestro sorprendiendo
por lo rápido que pasa el tiempo
y en el horizonte la vejez

Lara atravesando el túnel de la confusión
Lara que no sabe lo que es bueno y lo que no

Lara pretendiendo
ser más rápida que el viento
y escogiendo sólo aquello
que la vida nos regala con placer

Lara que se siente triste
Lara que se siente rara
Lara hace equilibrios en el puente que separa
el pasado del mañana

Freitag, 7. Mai 2010

Atrapada en el tiempo

Hace unos años, cuando aún vivía en casa con mis padres, los Reyes nos trajeron la película “Atrapado en el tiempo”, con Bill Murray y Andy Mc Dowell. Nos pusimos los 6 delante de la tele aquel día de invierno, mis padres dijeron: “Es una película muy recomendable”.
Un reportero de televisión americano va a Pensylvania a retransmitir cómo será el día de la marmota, pues según los lugareños, tal y como se encuentre el animal influirá en el desarrollo meteorológico del resto del año. En su vida las cosas no van bien, y al día siguiente al de la marmota, cuando despierta, es el mismo día, de nuevo el 2 de febrero. En la película el día se vuelve a repetir una y otra vez, cada día es el mismo día. Este reportero, Phil, prueba todo tipo de estrategias: se suicida, come lo que quiere, insulta a la gente, se queda en la cama todo el día... Da igual: todos los días son el 2 de febrero y él tiene que retransmitir la historia de la marmota una y otra vez.
Como Phil, he tenido muchas veces en los últimos 15 años la sensación de que todos los días son el 2 de febrero. Durante la carrera y muchos de los días de los muchos años, salía de casa esperando a que pasara algo que me cambiara, que me transformara, que me impactara. Pero nada, todos los días me levantaba, como cada mañana, como cada 2 de febrero.
Últimamente he recordado casi a diario la peli de Bill Murray. Aunque hace mucho que la vi, hay imágenes que me vienen a la mente cuando salgo esperando a que algo de fuera me diga cómo será mi día y, por ende, cómo será mi vida. Al final de la película, Phil consigue a la guapa Andy Mc Dowell: se da cuenta de que cada día puede dar un pasito más, y de que si lo aprovecha para avanzar hacia sus sueños, podrá quizás alcanzarlos, pues cada pasito se suma al anterior, aunque parezca que todos los días empieza siempre en el mismo punto.
Esta mañana de mayo llovía sin cesar. Las temperaturas han bajado 20 grados en pocos días, volvemos a estar en otoño. 8h de clases de español por delante, la bici cargada, capa, guantes, pantalones impermeables, ipod roto y muchos alumnos. Podía esperar a la marmota, como cada día de los últimos 30 años, o podía decidir que iba a ser yo la que decidiera el rumbo de mi día.
Volví a casa feliz con la estrategia: metí en cada hora toda la risa que pude, todo el ánimo de que era capaz, miré a los ojos a los que hablaban conmigo y volví a casa sabiendo que mañana no iba a ser de nuevo 2 de febrero.

Freitag, 30. April 2010

Interrogatorio

No sé si fue en un capítulo de Friends o en alguna peli americana. Una mujer joven estaba en la fiesta de la boda de una amiga, era soltera y con ganas de conocer a alguien. Antes de entablar una conversación o de bailar con algunos de los hombres de la fiesta, seguía el siguiente interrogatorio:
-Hola, ¿estás solo?
-Sí
-¿Eres gay?
-Sí
-Adiós

Buscaba al siguiente apetecible y la situación se repetía:
-Hola, ¿estás solo?
-Sí
-¿Eres gay?
-¡No!, ¿por qué lo preguntas?
-¿Tienes trabajo?
-No
-Adiós

O a otro, más escueto:
-Hola, ¿estás solo?
-Sí.
-¿Tienes pareja?
-Sí
-Adiós

El siguiente majete:
-Hola, ¿estás solo?
-Sí
-¿Eres gay?
-No.
-¿Tienes trabajo?
-Sí
-¿Quieres tener pareja?
-No, estoy bien así. Me gusta mi libertad.

Hasta que llegó a este:
-Hola, ¿estás solo?
-Sí
-¿Eres gay?
-No.
-¿Tienes trabajo?
-Sí
-¿Quieres tener pareja?
-Sí, tengo ganas de tener a alguien
-¿Quieres tener hijos algún día?
-Me encantaría, pienso en ello a menudo.


Fue entonces cuando comieron perdices y fueron felices.

Esto me vino a la memoria cuando hablaba con mi amiga Majo el otro día. Antes, a principios de los 20, conocía a alguien que me gustaba, intentaba averiguar qué pensaba él, tentaba a la suerte, me tiraba a la piscina y esperaba a que saliera bien. Pero esas preguntas de arriba ni se me ocurría hacerlas (“el amor todo lo puede”, pensaba). Y claro, luego estaba con chicos que, o no estaban solos, o no querían una relación, o no tenían un trabajo o no querían nada de nada. Y yo esperaba a que cambiaran de opinión, como quien compra los plátanos verdes y espera a que maduren al cabo de días o, si tienes mala suerte, de semanas. ¡Pero es que lo hombres no son como los plátanos! ;-)
En cuanto vi la peli, esto de las preguntas me pareció una táctica estupenda. Lo que pasa es que me cogió tarde, pero me gustaría que alguna amiga “single” se atreviera a hacerlo, para que me contara si funciona y para que yo constatara que es la mejor fórmula. Pues estoy segura de que comprar un vestido rosa, guardarlo en el armario y esperar a que se vuelva rojo, tiene muy poco sentido y acarrea mucha frustración. Además, con los años te vas cansando antes, quieres más calidad, más acierto en las decisiones, exiges más.
Y aunque este post lo he escrito como mujer y lo he puesto en boca de una mujer, vale igual para los hombres. Quien no se quiere casar hoy, lo hará a regañadientes mañana; quien pasa de ir a casa de la tía con 30, seguirá sin muchas ganas a los 40, y a quien le cuesta atarse, le seguirá costando. ¡Que los hombres, ejem, los plátanos, no siempre maduran!

Mittwoch, 28. April 2010

Sumando

Yo creo que en el momento en el que a uno le preguntan: “Y, ¿cuándo ocurrió eso?” y uno empieza a echar cuentas y responde con algo así como: “hace ya 10, 15, 20 años...” empieza a tomar consciencia de la edad que tiene.
En Lyon pensé: “hace 10 años de mi año Erasmus”, “hace casi 15 que hice la Selectividad”, “hace casi 15 que me fui de casa”, “le conozco desde hace 24 años”. Me entró un vértigo brutal: ¡empezaba a hablar como las abuelas!
Antes, cada vez que hacía la pregunta: “Y cuándo fue eso?” y me respondían con un “Buf, hace... más de 25 años”, me imaginaba directamente cada uno de los días de esos 25 años puesto uno detrás de otro como las fichas de un dominó, de forma casi infinita. Rápidamente, recorría esos días mentalmente y me daba cuenta de la cantidad de experiencias que habría vivido esa persona en todas esas horas, días, semanas, años. ¡A mí mis 16 me daban un cierto estatus de madurez post pubertad! ;-)
Entonces, a seguir sumando horas, días, experiencias, semanas y años.

Samstag, 24. April 2010

"30 segundos en la boca y 10 años en el..."

Salió el sol, llegó la primavera y algunas bajamos al sótano, sacamos la caja con la ropa de verano, la subimos a la habitación e intentamos encontrar algo del vestuario de los años anteriores al que darle un aprobado. Siempre es el mismo ritual: abres la caja y empiezas a ver toda esa ropa de colores que desde hace 10 meses no te pones, buscas algo, te lo pruebas, te miras delante del espejo y piensas: “¡Qué horror!”. Entre lo blanquita, lo blandita y lo ridícula cuando aún no estás para los colores chillones, te sientes un tanto descolocada. Ayer, mientras cumplía con ese ritual primaveral, se me vino la frase que mi madre decía en estos casos: “A cierta edad, un bombón dura 30 segundos en la boca y 10 años en el culo”.
Es entonces cuando algunas recuperan aquellos vaqueros de hace 10 años y se ponen como meta llegar a meterse en ellos antes de que empiece el verano. ¡Buena suerte, chicas!, pues se trata de una empresa con poco sentido: aunque te llegaran a caber, resultarías un tanto ridícula con ellos. Ya estarán pasados de moda y hay delgadeces que tampoco favorecen a partir de determinada edad.
Antes no lo entendía: entre la pubertad, los nervios universitarios y el ir a pie o en bici todo el tiempo, es verdad que una se mantiene sin problemas. Después de los 30, empezamos con las excusas (“esto es del 1º ó 2º embarazo...”, “es que con estrés como chocolate”, “trabajo tanto que no tengo tiempo de ir al gimnasio”, “es lo que me queda de las Navidades”...). Pero vamos a ver, ¿no será que con los años ya no quemamos los extras jugando a la cogida en la calle, saltando a la comba o en el estirón de la pubertad y bebemos más alcohol, más café con galletas y tenemos más cenas de empresa que entonces?
De alguna forma, en las mujeres el metabolismo celular funciona de otra manera y a otra velocidad que en los hombres, sujeto en gran medida a nuestros cambios hormonales a lo largo de la vida.
Como decía uno que yo me sé: "¡No te preocupes, chica: así tienes más curvas de mujer!"