Dienstag, 24. August 2010

Arriesgarse o morir

Este post es para y por Majo. Llevaba tiempo con él en la cabeza, pero ahora llegó el momento. De decidirse, y de escribirlo.
Llega un momento en el que ya no puedes esperar más. En el que echas cuentas y te acuerdas del poema Instantes de Borges (post anterior), en el que algo aquí dentro te dice: ¡Ahora o nunca!
Como mi hermana, que después de estar toda la vida suspirando por un animalito, se decidió y se fue a Madrid a por su erizo. Feliz de la vida, aunque la decisión no fue fácil: que si permisos de veterinarios, que si transporte a Canarias, que si ericito pa'arriba y ericito pa' abajo. Aunque pocos lo hacen, ella siguió adelante.
O la historia de mi tío, que loco por emular a sus héroes sobre dos ruedas del Tour, se compró la primera bici y se lanzó a las carreteras de la sierra de Madrid para correr algunas de las etapas de la Vuelta a España, a su ritmo y a su edad, sin haberse subido jamás a una bici.
O mis amigos Olli y Melli, que dejaron todo atrás (trabajo, seguridad, piso, amigos, país, familia), se liaron la manta a la cabeza y se fueron a vivir a Tailandia, sin conocer el idioma, sin tener contactos, basándose en una intuición, en las ganas de probar cosas nuevas y de darle una oportunidad al sueño de vivir en el extranjero, en un país exótico y de carácter más amable que el norte de Alemania.
O mi madre, o la del otro, que se deciden a dejar relaciones que no marchan bien a pesar de las críticas externas, de los hijos pequeños y de la falta de claridad para el futuro.
O, sin ir más lejos, el que se atreve a mirar de frente a la realidad, acercarse a la persona que quiere y decírselo con el corazón en la mano, arriesgándose a una negativa, a la vergüenza o a recibir una respuesta afirmativa que, no por serlo, resulta más fácil de encajar.

En un momento dado hay que arriesgarse o morir, decidirse, lanzarse a lo que nos parece un vacío, pero que en realidad no lo es. De fondo hay un casi imperceptible “tictac, tictac, tictac” de un reloj inexistente. Puesto que, si no avanzamos, retrocedemos; si no nos atrevemos, perdemos; si no lo intentamos, ¡nunca lo conseguiremos!.

Y tú, ¿a qué has querido atreverte siempre sin llegar a hacerlo? ¿Dónde tienes ese punto de lo que los alemanes llaman “Verschieberitis” y los españoles, algo así como, “Posponeritis”?

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