Domingo,
primer día de verano en Colonia, fiesta gay en en mi barrio. Chicos
rapaditos, arregladitos, morenos de rayos UVA. “¿Qué
truco usan para tener esa piel, para parecer unos pibitos?”,
pensé. Aunque en realidad, si me atrevía a mirarlos más de cerca,
sí que podía ver algunas huellas de los años pasados.
Sábado,
fiesta de cumpleaños casera, gente desconocida. De alguna forma,
aunque a veces no se quiera preguntar de forma directa, se acaba
hablando de la profesión, el origen y la edad. Acerté a la primera
con Jose, de 36 y Vanessa, de 31, pero no con Nina, de 29. Pero,
“¿por
qué, en dónde lo noté?”
Charlando
con Ruth en el columpio del jardín de su maravillosa casa nueva,
sacamos el tema de la edad: “¿Cómo
te sientes con 36?”,
pregunté curiosa. “¿Algún
cambio?”. “En realidad no, sólo que el tema de las canas me
causa mucha pereza”, me
contestó.
Aunque todo el mundo
sueña con la naturalidad, es la "apariencia de la
naturalidad”. Joana Bonet, directora de la revista Marie
Claire y colaboradora del programa Hoy por hoy de la
Cadena SER opina que se trata de una falsa naturalidad. "Se
ha idealizado porque vivimos en pleno apogeo del juvenismo.
Ese elogio hacia la juventud se ha convertido en un icono, cuando en
los años sesenta y setenta se proyectaba la belleza como imagen de
la madurez y equivalía a plenitud. Ahora se vive una presión social
para parecer joven. Vivimos implantados en esa impostura que por otro
lado se justifica por el alargamiento de la esperanza de vida".
Juvenistas los chicos
del domingo de mi barrio, juvenista el ejecutivo que el fin de semana
se calza los All Star y los vaqueros viejos, juvenista también la
mujer que ahorra para hacerse “un arreglito”.
Qué presión psicológica
y qué buena idea mercantil la que tuvo el genio que empezó con la
moda de ser eternamente joven. Cuánto dinero y energía gastamos
todos en el empeño por escapar de las inexorables garras del
tiempo...
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