Freitag, 11. Dezember 2009

Ya no importa

El otro día me preguntó una ex alumna que si me había sentido mal o si había sentido algo especial al cumplir 30. “¿Cómo fue?”, me preguntó con sus ojos chispeantes. “¿Hiciste algo especial?”. Me quedé pensando. En realidad, no fueron los 30, no fue ese día, no fue un momento concreto. Creo que, como en todo, los cambios se van fraguando, se van viendo venir, se “huelen”, hasta que un buen día, ¡zas!, están ante ti. Y forman parte de ti.

Una vez me dijo mi madre algo bonito, algo que había observado en sus hijas y en los niños del colegio, (que después de 30 años de servicio son más de unos pocos). Parece que antes de echar andar estamos, para desesperación de algunos padres, medio perdiendo el tiempo, jugando, haciendo como si no fuéramos a dar el primer paso, como si no nos decidiéramos. Y un día, de buenas a primeras, nos sentimos preparados, nos ponemos de pie y empezamos solos a dar pasitos, cuando nuestras madres hubieran pensado que podría haber sido antes. De alguna manera, fue en el momento preciso y en el lugar indicado.
Lo mismo ocurre en la pubertad, cuando parece que todos a tu alrededor ya han cambiado la voz, tienen pelitos en ciertas partes o usan sujetador y en tu cuerpo parece que no pasa nada. A la vuelta de unas vacaciones de verano, el vecino de pupitre es un joven larguirucho que ya no juega a la cogida en el descanso y a los demás nos parece que todo hubiera pasado de la noche a la mañana.
Pero no. Esos pequeños cambios se van fraguando poco a poco, cada día, con cada hormona, con cada pequeña experiencia, con cada vaso de leche que nos hará crecer un poquito más.
Esta vez sentí que a mí me había pasado lo mismo. De los 27 a los 29 puse a prueba todos los pilares de mi vida, aunque yo creía que eran ellos los que lo hacían solos. Y en ese proceso que me pareció interminable y en el que tenía la sensación de ser Mortadelo con dos interrogantes como patas, poco a poco los problemas se hicieron menores, los conflictos se difuminaron, las preguntas ya no me asaltaban, las piezas encajaban.

Ahora, muy poco tiempo después, me veo en situaciones que hace un año hubieran sido un problema y respiro aliviada: he comprendido algunas cosas de cómo funciona la siguiente etapa, me he reconciliado con algunos pasos que yo “suponía que todo el mundo tiene que dar alguna vez”, veo que hay cosas que no son tan malas y respiro tranquila, agradecida por el camino andado.

1 Kommentar:

  1. Me esta encantando leerte, que verdad cuenta tu madre y que otras verdades tu haz podido encontra....

    Otra vez sin J

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