Samstag, 17. Oktober 2009

La relatividad del tiempo y otros dichos

El otro día, después del té de varias horas con mi amiga Anna, llegué a la conclusión de que el tiempo es relativo, o de que al final había conseguido comprender la teoría esa de Einstein.

Me acuerdo del primer día que oí eso de que “se te está pasando el arroz”. Sé que ese es el mayor miedo de toda buena anfitriona, que además da pie a toda la publicidad de La cigala, Arroz brillante y demás marcas arroceras, pero me pareció triste la imagen que me vino a la mente: una chica que se va arrugando poco a poco, que se queda sosa y pastosa y ante la que todos los comensales dirán “sí, se te pasó un poco”, “la verdad es que está demasiado hecho”, “no pasa nada, se puede comer aún”. Pobre mujer, la de la cocina, y la que “está pasada”.

Además del arroz, que a todos nos gustaría servirlo a punto en la mesa, está el asunto del reloj. Parece ser que en algún momento uno / una empieza a oír el tic-tac de un reloj biológico. ¿¿Me podría decir alguien en dónde está ese reloj?? ¿Alguien lo oye? Si fuera un despertador sería más práctico, en realidad lo oiríamos todos mejor y no tendría que venir nadie a recordarnos que lo vamos a “empezar a oír pronto, porque todas las mujeres lo oyen”.

Claro que después siguen con los refranes (por cierto, ¿¿quién los inventó?? ¿no tienen fecha de caducidad? Porque hay algunos que huelen ya un poco a rancio...) y te dicen, “no te preocupes, mujer, hay que darle tiempo al tiempo”, que si no tienes a la persona, es “mejor estar sola que mal acompañada”. Ya la cagamos, me lié. Primero presión gastronómico-temporal y después compasión barata, idea de la relatividad y más dichos de la abuela.

Nada, me como el arroz pasado, me compro un despertador y, si no hay nadie que lo quiera compartir conmigo, me lo como sola, que parece que se está mejor. No, no. Mejor aún, compraré arroz, (del que nunca se pasa) haré una paella gigante, programaré el despertador al lado para que suene cuando esté a punto e invitaré a mucha gente. Quizás así encuentre al príncipe azul...

Y aquí aquí unas sabias palabras de mis queridos físicos alemanes:

Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.
Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) Profesor de física y científico alemán.

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