Dienstag, 9. November 2010

La 1ª vez

 Estos días me asalta alguna que otra vez el pensamiento: “No te apures, no te preocupes, esto ya lo has pasado alguna vez”. En algún momento de decisión o en el que tengo que actuar rápido, o cuando me siento un poco fuera de lugar por algo, aparece esta voz que escanea a la velocidad de la luz todas las carpetas y subcarpetas de mi memoria hasta dar con el archivo y la imagen en la que aparece una situación similar a la que tengo delante. Y entonces aflojo la marcha, saco conclusiones rápidas y cojo aire, pues sé que por algo así ya he pasado en todos esos 11.365 días que llevo aquí.
Me acuerdo del primer beso, de los nervios, de no saber cómo se hacía, de tener sólo unas imaginaciones vagas sobre cómo podría ser. Recuerdo la primera clase que di, tan perfectamente, que podría pintarla con colores brillantes y llenar sus 90 minutos con explicaciones e inseguridad; el primer paseo por las calles de Colonia, el olor, mi bici holandesa pequeña. O la primera vez que hice una entrevista, en la que me sentía tan joven y menuda que no entendía cómo me iban a coger. Los nervios de mi primera carrera, después de muchos años; el primer viaje sola a Barcelona (¡Si hubiera sabido cuantísimos vendrían después!), el primer tinto de verano y la culpable sensación de flotar; todas esas veces en las que dije algo de lo que luego me arrepentí.
Hace 2 meses unos vecinos que van por los 60 me invitaron a tomar algo con ellos para celebrar su boda (aquí se acaban casando muchos por motivos fiscales). Al brindar, y entre risas, confesó la pareja que hace tiempo que peina canas que era “su tercera vez”. Al principio no me lo creí: ¡Cada uno ya había estado casado con otras 2 personas! Y lo contaban con tal ligereza, que me hicieron dudar. ¿Sería que con las repeticiones se pierde la emoción? ¿La intensidad? ¿La importancia? ¿Los nervios? ¿Los sentimientos?
Es verdad que la cantidad de adrenalina en sangre puede disminuir un poco con los años ante una situación que se escapa de nuestro control, pues en su lugar ponemos experiencia y autonocimiento. Eso sí, todo esto se consigue con una cierta dosis de entrenamiento y de autoobservación, porque aunque con menos mariposas en la barriga y un poco más reflexivos, es necesario haber pasado muchas veces por algo para poder integrarlo. Y nunca perder de vista que los años también nos dan un cierto don para el disimulo... ;-)

2 Kommentare:

  1. Que manía tiene el paso del tiempo de hacernos duros; pensar que ya tenemos tantas cosas vividas que no vamos a llorar por tales y cuales cosas.Que ya nos sabemos expertos y experimentados.Qué ignorancia tan atrevida.

    Qué bonita sorpresa cuando de pronto, vuelves a tener vértigo por una experiencia,quizás ya repetida o similar a algo ya vivido... (una nueva pareja,hacer las maletas de nuevo para embarcarte en otra vida nueva en el extranjero, volver de nuevo al hogar familiar, llorar por una esa "nueva" pareja que de "nuevo" se vuelve a ir...)

    lo cierto es que es igual de intenso que la primera vez, incluso más! pero su sabor y color distinto.

    una 4 de enero ;)

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  2. Pues yo me he vuelto bastante pasota. No sé si será por el paso del tiempo o por una evolución extraña que he sufrido y que me lleva a quitarle importancia a las cosas buenas y a las malas para no estar todo el santo día al vaivén de los sentimientos. Serán los germánicos... O será que he cogido la costumbre de pensar un poco más antes de actuar, lo que tampoco me venía mal...
    Como siempre, el blog sigue siendo algo personal.

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