Sonntag, 18. April 2010

Múltiples roles

De vez en cuando oigo cosas como: “¡Ah! La ligereza de aquellos tiempos, la vida de estudiante, sin tantas responsabilidades. Qué fácil y despreocupadamente vivía entonces”. Y me quedo pensando que por qué sentimos eso, que por qué oigo a menudo comentarios de ese tipo entre personas de mi edad. Entonces recordé cómo vivía y pensaba por aquel entonces. Era estudiante, tenía una cantidad de dinero al mes, un buen puñado de asignaturas que aprobar al año, una serie de compromisos en el grupo de scouts, y ya estaba. Mi único rol era ese: ser yo, comprenderme mejor, hacerme, formarme, conocer gente, salir por las tardes / noches, hacer acampadas, cumplir con las fechas límite puestas para las entregas de traducción, ayudar un poco a mi abuela en casa, estar en alguna comida familiar y quedar alguna tarde con el chico de turno, relajadamente. Mi rol era “ser veinteañera”, y eso se entendía por sí mismo.
Sin embargo, en una década se han ido añadiendo más roles al bote: al poco empecé a ser profesora, lo cual significó tener a un cierto número de alumnos pendientes de ti, de tus notas, de tu más o menos buen hacer junto a la pizarra. A eso se le añadieron unos compañeros y algún que otro jefe o director del departamento de lenguas de los centros en los que trabajaba. Ya era “compañera de”. Poco a poco, en la interacción con los otros, se va formando una imagen de ti, te vas forjando tú también. “La canaria”, “la bajita”, “la hippie”, “la desorganizada,” “la ordenada”, “la profe”, “la mandona”...
Luego viene la pareja, empiezas a hacer la “novia” o “mujer de...” y cada vez eres menos la veinteañera que sólo se ocupaba de conocerse y formarse mejor. Si de adolescente formas parte de un bloque familiar dentro de la gran familia, a partir de cierta edad se te pregunta directamente si vendrás al cumpleaños de la tía o no. Tenemos otros roles más: eres prima, sobrina, tía o nieta.
A todo esto se le suma el papel en el grupo de amigos, en algún grupo social, en el equipo de deporte o la parroquia, además del gran rol de padre o madre. Imagino que ese es el que realmente te hace disponer las prioridades de otra forma, pero también se suma a los otros.
Por eso, cuando estás ante un señor de 40 años, tienes ante ti a un cuadro cubista de Picasso, de esos donde se ve a la figura desde todos los ángulos al mismo tiempo: es el patrón de la empresa, el marido, el amante y el mejor amigo de Fulanita, el padre de Pepito y Pepita, el dueño del Opel Astra, el propietario del apartamento en la playa, el que aparece en las cartas con facturas de la luz, el hijo de la abuelita, el miembro del coro, el portero del equipo senior local.
¡Un buen puñado de papeles que desempeñar!

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