Freitag, 11. Juni 2010

El plancton de cada día

Últimamente me pregunto mucho por la felicidad. No porque no sea feliz, sino porque creo que hoy por hoy tengo una perspectiva diferente de la que tenía de adolescente.
Antes soñaba con el día en que terminara el curso, para estar libre en las vacaciones. Soñaba con cosas “grandes”: ir de campamento con los scouts, conocer los Pirineos, ir a la universidad, ser “mayor”, tener un trabajo, una pareja, vivir en el extranjero. Eso ya lo he conseguido todo. ¿Y ahora qué?
Cada mañana, como hormiguitas, nos levantamos para “hacer cosas”. Cada uno “hace” “unas cosas” un poco diferentes de las “cosas” que “hacen” los otros pero, al fin y al cabo, todos “hacen cosas”. Y te los ves, a estos humanos, levantándose temprano, recorriendo kilómetros en trenes, autobuses, en coches, esperando en atascos, parados en el frío de la estación, subiendo y bajando escaleras, como si buscaran algo, como si siguieran a una voz interior. En el andén piensas en que ojalá el tren llegue pronto; en el tren, en el curro; en el curro, en la hora de la comida y, cuando esta llega, ya falta poco para volver a empezar la ronda de transportes pero al revés. En casa lo haces todo rápido, para al día siguiente poder comenzar con la misma estrategia.
Decía ese médico al que estoy leyendo -y que me gusta cada vez más- que los seres humanos parece que somos los más inteligentes. Pero no los más grandes, y quizás tampoco los más felices. La ballena azul, que sí que es grande, vive relajadamente, cantando por los mares, abriendo la boca cuando quiere comer, llenándola de plancton (ese conjunto de millones de microorganismos), segura de que habrá más cuando la vuelva a abrir. Cuando tiene hambre, abre la boca y ya está. El ser humano no podría alimentarse de plancton: empezaría enseguida a pensar que no puede ser tan fácil, que tiene que hacer algo más para ser feliz.
Pero en realidad en eso consiste: en estar una serie X de años en esta vida, multiplicarlos por 365 días y multiplicarlos por cada uno de los “momentos plancton” que tiene cada día: ¡Un montón de razones para disfrutar como las ballenas! Pues:
-los pequeños buenos momentos ocurren más a menudo que los grandes
-las cosas grandes tienen menos influencia en nuestra vida que las cositas pequeñitas
-las grandes catástrofes nos hacen a la larga menos daño que el continuado y casi imperceptible estrés
-los grandes momentos de felicidad no tienen relación directa con la felicidad de nuestro día a día.
¡A ser felices por poder tener un tren que coger y tener a un sitio al que ir a "hacer cositas”! Y a no olvidarse de abrir la boca y llenarla de todos los momentos plancton que están a nuestra disposición.

Nuestro plancton de cada día

1 Kommentar:

  1. Colega!! Qué bonitooo!!
    Lo acabo de reenviar a mis amigos.
    Eres una crac!
    Mil besos
    Marimar

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