Montag, 30. November 2009

¿Tomamos un café?

De pequeña, cuando mi padre se paraba a media mañana para tomar un café o mi madre o mi abuela quedaban para desayunar con las compañeras en la cafetería de al lado del curro, no lo podía entender. Habían desayunado ya en casa, ¿por qué volver a hacerlo?

Luego oía siempre eso de “Veniros a tomaros el café a casa el domingo” o “vamos a casa de la abuela, a hacer la meriendilla”. Los mayores se sentaban en la mesa, con sus tacitas, tomaban ese mejunge negro retinto, oloroso y amargo a más no poder, le daban vueltas con su cucharilla y empezaban a hablar de cosas que me parecían super aburridas. (Para mí lo mejor era echar mano a escondidas de la leche condensada, acción por la que más de una vez me quemé los deditos al acercarlos demasiado a la cafetera).

Con lo años entendí que todo eso era parte de un ritual, pero me seguía pareciendo un tostón. Siempre lo mismo, el mismo café, o la misma infusión de hierbitas, alguna galleta seca y conversaciones sobre temas políticos o asuntos que ni me iban ni me venían. Muchas veces me sentía observada, no sabía qué podía decir, me iba a leer a otra parte o me buscaba una excusa para levantarme de la mesa.

En los últimos años ha ocurrido algo impensable: me encanta quedar con amigas a tomar un té. En Alemania los bares son diferentes, las cafeterías son más cómodas y agradables, gemütlich, la variedad de tés es mucho mayor y la necesidad de encontrar unos oídos y un corazón empáticos y femeninos me llevan a ansiar los momentos de la semana en los que quedaré con alguna amiga para tomar un café. Es la pausa del día o de la semana para explayarme con gusto, para hablar español, para escuchar los pensamientos de la otra y para reflexionar juntas sobre esto o aquello, sobre los nuevos desafíos de la maternidad, el nuevo trabajo o la vida en casa con la pareja.

Ni que decir tiene, que después de eso me siento como recién salida de la sauna: limpia, renovada, con nuevas energías y contenta por constatar que los rituales, si lo son aún después de muchos años, por algo será.

Con la barriguita caliente y el corazón más tranquilo, espero hasta el siguiente café o entrada del blog.

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